IX. Protección Jurada

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    —No puedes pretender que consintiéndolo madurará —exclamó Ho Seok, justo antes de servir una copa de sus vinos más antiguos en el estante, mientras fruncía los labios en desaprobación como era su costumbre

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    —No puedes pretender que consintiéndolo madurará —exclamó Ho Seok, justo antes de servir una copa de sus vinos más antiguos en el estante, mientras fruncía los labios en desaprobación como era su costumbre. El espeso líquido cayó inevitablemente justo como caían sus reproches sobre su crianza y sus métodos; el movimiento del licor al caer le dijo que la bebida tenía un buen cuerpo y era una suerte porque estaba cansado de los vinos del comedor. Al tomar la copa, corroboró que también tenía buen aroma... Quizá una cosecha de hacía cincuenta años, pero no estaba seguro. Sin embargo, por la cara orgullosa de Ho Seok supo que tal vez tendría más tiempo. Después de servirle, se recargó de nuevo sobre su asiento. El traje color avellana se arrugó ante su gesto, una camisa blanca abotonada hasta arriba y una corbata marrón que terminaba de combinar con su cabello achocolatado, peinado cuidadosamente hacia un lado. Ho Seok era tan meticuloso con sus negocios, así como cuidadoso con su apariencia física—. ¿Qué hará cuando no estés para solaparle?

    Sir Min Yoon Gi, por el contrario, era un hombre bonachón y alegre. Prudente y sobre todo, muy inteligente. Un genio en el negocio, implacable en sus discursos. Había amasado la herencia en ruina de sus padres y se había hecho con un nombre con el único propósito de sobrevivir. No se dejaba de nadie y no había hombre en la tierra que tuviese mejor olfato para el dinero que él; muy poco le importaba si a sus espaldas no lo bajaran de un simple nuevo rico, fugaz, desesperado por aumentar sus ganancias. Podía soportar los rumores si con ello aseguraba el bienestar de los suyos.

    Yoon Gi era un maldito roble, por supuesto.

    Pero tenía una debilidad:

    Su hermano Jung Kook.

    —¿Qué gano con reprimir sus aficiones? —cuestionó Min aguantando una sonrisa dentada en tanto bebía de la copa, por fin sintiendo que estaba bebiendo algo decente—, ¿y qué pierdo al alentarlas?

    El señor Jung negó con la cabeza, incrédulo de que Yoon Gi fuera tan pero tan testarudo. Era consentidor, complaciente. El inversionista era unos meses menor que Yoon Gi. Pero gracias a una incursión temprana a la industria naviera, podía decir que tenía más experiencia que los hermanos Min en todo lo que concernía a las ganancias y las relaciones públicas. Pero ellos tampoco lo habían hecho mal. No por nada habían llamado la atención de un par de compañías inglesas (y otras tantas asiáticas también), que ahora buscaban como desesperados un acuerdo con su Astillero.

    Ho Seok vio en ellos una gran oportunidad.

    Pero no pensó que tratar con los hermanos fuese a ser tan... Problemático.

    No llevaban ni dos años en el medio cuando comenzaron los rumores de que Min & Jeon Heavy Industries Limited, era capaz de poner en marcha cualquier máquina, gracias al genio a la cabeza de toda la empresa: Sin Min Yoon Gi. Por supuesto su hermano, no menos brillante, había destacado en la resolución de problemas industriales catalogados como “imposibles” dentro de las matemáticas aplicadas y la ingeniería en general; y pronto comenzaron a darse a conocer coloquialmente como un “protocolo de seguridad”. Es decir, si querías que tu máquina de transporte fuera segura, te vendría bien pedir una consulta a los hermanos Min.

The Violin Sound 金 TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora