Capítulo 38.-"Maldita sonrisa"

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Terminé de bajar las escaleras y me decidí por ir hacia donde se encontraban ellos. Jamie fue el primero que noto mi presencia y pude distinguir su cara de agradecimiento. Una sonrisa cómplice apareció en el rostro de mamá, y papá me miraba pidiendo como algún tipo de explicación sobre el chico que se encontraba a mi lado.

-         Mamá, papá. Él es Jamie, un… compañero de la escuela. Nos encontramos cuando salí a dar mi paseo y me acompaño hasta casa, así que… ¿puede quedarse a almorzar? –Mamá inmediatamente dijo que sí y papá tampoco hizo mucho escandalo.-

-         Claro que sí. –Dijo mamá confirmando que el rubio era bienvenido a quedarse a almorzar con nosotros-.

En cuanto nos quedamos solos, decidí poner una película para no aburrirnos. La verdad era que no quería mantener ningún tipo de conversación con el chico que tenía sentado a mi lado en el sofá. Estaba enojada de cierta manera y quería mantener mi orgullo intacto. Poco tiempo después de que la película comenzara a reproducirse, me recosté en el sofá apoyando mi cabeza en un almohadón y mis piernas en el regazo de Bower. Él me miró con una sonrisa que no pienso olvidar jamás en mi vida. Me revolvió todo tipo de sentimientos en mi interior, sentí mi corazón latir más rápido y no pude evitar devolverle la sonrisa. ¡MALDITO BOWER! ¡DEJA DE CONTROLAR MIS EMOCIONES!

Jamie buscó su abrigo y me lo coloco para que yo no tuviera frio. Esa vez me guarde mi sonrisa para mí misma, no quería demostrarle que me tenía jodidamente hechizada; quería que se diera cuenta que a mí no me había causado nada divertido que estuviera hablando con Matilda tan animadamente y menos que le haya mirado los pechos. Sé que es hombre y suelen hacer eso pero… bueno, también sé que yo no tengo mucho busto como para que él me mire a mí pero… mierda. Estoy enojada y fin de la explicación.

-         ¿No crees que es un idiota el chico castaño? –murmuró Jamie masajeando mi pie izquierdo por encima de mi calcetín-.

-         Deja de hacer eso –me queje-.

-         ¿Por qué?

-         Me haces cosquillas, idiota. –Oculté mis pies de sus manos- y para que sepas, el chico esta ultra mega híper súper duper caliente.

-         Mía, mía, mía y solo mía. –Murmuró bajito para luego mirar hacia los costados para ver si había alguien. Supuse que haría algo malo como para que tenga que asegurarse de que nadie nos estaba viendo.-

Prácticamente se acostó a mi lado, llevándome contra su cuerpo y comenzó a darme pequeños besos en el cuello. Sus brazos fuertes me rodeaban por la cintura, mi espalda estaba contra su pecho y me iba acurrucando a su merced. Con los besos que me daba me hacía subir hasta las nubes, cerré los ojos por su contacto placentero en mi punto débil y deseé que este momento nunca acabara. Apoyé mi mano sobre la suya y las entrelace.

-         ¿Ya no estas enojada conmigo? –abrí los ojos de golpe y traté, como pude, de girar mi cabeza para mirarlo. Lo único que logré fue tener cerca su boca y mirarlo de reojo-. No creas que no me di cuenta.

-         Pero… ¿Cómo?

-         Es como que estas más distante y me contestas de forma fría. No tengo idea de porque estas enojada pero puedo asegurarte de que te voy a sacar todo tu enojo de la mejor manera que sé hacerlo. –Me robó un beso y una pequeña sonrisa se formó en sus labios-. ¿Por qué eres tan besable? –me depositó otro beso en los labios-. Odio que digas que otros chicos son calientes en frente de mí. –Sus brazos me rodearon completamente y me apretaron contra su cuerpo- eres MÍA. –Besó mi cuello nuevamente-.

-         ¿Por qué yo no puedo decir que tan bueno está el chico de la película pero tú si puedes mirar a Matilda o a cualquier otra chica? –sus besos pararon de un momento a otro y me maldije interiormente-.

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