Tacto

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El sol esta en alto, tras una pesada jornada de trabajo, barbones hambrientos se disponen a preparar la lumbre. La pesca fue abundante por lo cual el sudor aún está en sus frentes. Pedernal, fricción, chispa; el sonido del fuego tostando la escamosa piel del almuerzo atraviesa los oídos reunidos en círculo.
Todo pinta perfecto.
Pero...
A realmente muy poca distancia, una turba de gente se escandaliza y arremete:

- FUERA INMUNDO!
- ¡Largo de aquí MONSTRUO!

Peor que a un animal, tierra, pedradas, palazos, patadas, rechazo.
¿Que acaso no les importan las llagas en todo su cuerpo? ¿La deformidad en su rostro no es desde ya bastante tormento?
Cómo si el dolor del exilio y la piel callándose a pedazos no fuese suficiente,
su impureza le ha dejado tendido en el piso, desfallecido y agonizante...

Nadie lo ha tocado en años,
nadie le ha mirado desde hace mucho tiempo más que para despreciarle, vive condenando a la eterna soledad esperando su lenta y aislada muerte, y no es el único individuo en tal condición.

Al mirar esto, Él se acercó a compartir la comida. Echo rodillas al piso y sin pensarlo dos veces posó las manos en su cara, sus ojos se encontraron y sin más, lo abrazó...

un sobresalto lo envolvió.

"Nadie me había abrazado en años"

Las manos del creador que tanto divinizamos no tuvieron problema en tocar carne leprosa,
pero algo más fue tocado ese día:
Un corazón.

El rechazo no es una de sus características,
sin dudarlo te toma en sus brazos así como llegues, no le importa lo inadecuado que estés, el tacto de Jesús trae frescura desde lo más profundo hasta la dermis...

La espera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora