La espera

Huyendo

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Jacob tenía la reputación de ser astuto,
¡Y con razón!
Según el fin justificaba los medios:
Engaño a su hermano lento de genio a causa del hambre, engañó a su propio padre aprovechándose de su ceguera, incluso le quitó lo mejor del ganado a su suegro y se fugó con su familia.
Sus pies eran lo suficientemente veloces como para ponerlo a salvo de las consecuencias, hasta que llegó a un río llamado Jaboc..
Fue allí donde llegó la noticia de que su hermano Esaú venía acompañado de 400 hombres a su encuentro.
20 años habían pasado desde que Jacob engañó con un plato de lentejas a su hermano, y finalmente se vio forzado a enfrentase consigo mismo y con su pasado;
pero más que cualquier otra cosa esa noche se enfrentó con Dios mismo.

Jaboc significa "forcejear" y eso fue lo que Jacob hizo, rodó por el lodo de sus propios errores, conoció a Dios cara a cara y harto de su pasado se aferró con una necesidad desesperada a un nuevo comienzo.
Por esto Dios lo honró con un nuevo nombre y una nueva promesa; pero también le dio una cadera dislocada como recordatorio de aquella misteriosa noche junto al río.

Todos alguna vez nos enfrentamos con nuestro pasado y siempre resulta ser un encuentro incómodo. Cuando los fantasmas de nuestro pecado nos alcanzan podemos hacer 1 de 2 cosas: Huir o enfrentarlo.
Necesitamos desenmascarar nuestro corazón engañoso y nuestra alma egoísta y ser sinceros con Aquel que conoce nuestros pecados más secretos... El resultado puede ser refrescante, sabemos que para Jacob lo fue; luego de su encuentro con Dios fue un hombre nuevo. Sin embargo su cadera entumecida le recordaba una lección:
Diviértete hoy, paga mañana.
Si crees que has estado huyendo por demasiado tiempo cómo para detenerte y cambiar, recuerda el legado de Jacob.
Nadie es desechable para Dios.
Transformar a un tramposo desvergonzado en un hombre nuevo de fé no ha de ser una tarea fácil; pero para Dios fue trabajo de una sola noche🌕✨

Gén 32:22