Capítulo 13

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Narra Hugo

Y allí estaba ella, se había duchado y tenía puesta una camiseta larga a modo de pijama. Unas pintas horrorosas, pero aún así me seguía pareciendo la mujer más bella capaz de existir.

- ¿Puedo? - preguntó casi en un susurro.

Le sonreí a modo de afirmación y tomó asiento en una de las sillas de la terraza.

Nos quedamos serios y en silencio, pero todo era cómodo.

- Lo siento - dijo de repente.

La miré con cara interrogante. No la entendía.

- Te he echado de menos - volvió ha hablar.

No pillaba por donde quería ir.

- Yo también, creo que lo sabes - sonreí levemente - No entiendo a donde quieres llegar.

Y ni siquiera habló. Se levantó de aquella silla y como aquella noche en la que nos declaramos hace ya unos meses, se sentó en mis piernas y me besó.

Saboreé sus labios como un niño una piruleta, la abracé muy fuerte, como si se fuera a escapar, y obligué a mí mente a recordar aquel momento por el resto de mi vida.

Me separé de ella en cuanto noté que entre nuestros labios se colaban gotas saladas. Estaba llorando.

No pregunté, la atraje a mi pecho y dejé que se desahogara lo que quisiera mientras yo me limitaba a besarle la cabeza y susurrarle te quieros sin dejar de rodearla con mis brazos.

- No quería dejarte, tampoco quería ignorarte esta semana - me dijo entre llantos incorporándose un poco.

Entendí entonces a donde quería llegar.

- ¿Y por qué lo hiciste? - le pregunté en un susurro.

No la culpaba, no estaba enfadado. Sólo quería respuestas.

- Me agobiaron las críticas y creí que sería lo mejor, sobre todo para ti.

La miré cual obra de arte.

- En ese caso, soy yo el que tiene que sentir todo lo que ha pasado estos meses, sobre todo el directo. Si no hubiera hecho aquel directo, no tendríamos porque haber estado así.

- No te culpes - me sonrió dejando de llorar - Todos cometemos errores ¿vale? Somos personas Hugo, tu error fue el directo, el mío ha sido ignorarte esta semana. Vamos a seguir cometiendo errores el resto de nuestra vida y casi a diario, no podemos deshacerlos, pero sí aprender de ellos.

Me acarició la cara suavemente mientras mis manos seguían en sus caderas. Sus ojos azules como el mar se clavaban en los míos. Mi boca imitó su sonrisa y finalmente volvimos a besarnos.

- Te quiero - confesó cuando nos separamos. Acto seguido volvió a atacar a mis labios.

Mi sonrisa interrumpió el beso y ella escondió su cara en mi cuello mientras yo dibujaba figuras sin sentido en su espalda.

- Yo también - dije besando su cabeza.

Cuando el frío de la madrugada comenzó a instalarse entre nosotros decidimos irnos a la habitación.

Casi todos dormían menos Mai que leía en su cama y Sam, que a pesar de estar entre los brazos de Flavio que si que estaba dormido, cuando nos vio entrar a la habitación juntos nos miró y sonrío orgullosa.

Eva y yo nos miramos y reímos en un susurro.

Se tumbó en su cama y yo dejé un beso en su cabeza para irme a mi cama, pero ella me agarró una pierna y susurró:

- ¿Dónde vas?

- A mi cama - susurré con una sonrisa.

- No seas tonto - sonrió ella también y se echó a un lado haciéndome un hueco.

- Buenas noches - susurró en mi cuello abrazándome.

Volví a besar su cabeza.

- Buenas noches.

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¡Hola!

Perdón por las horas 😅 pero era ahora o nunca.

Espero que disfrutéis el capítulo. Como siempre, os leo en los comentarios 😊

Eva y HugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora