6.

709 69 17
                                    

No era el mejor trabajo, pero por lo menos podía comer ramen instantáneo a la hora del almuerzo. Había comenzado a trabajar ahí el mismo día que empezaron las clases. Solo que su escuela había comenzado una semana después y en cuanto salía de clases, iba a la tienda. Ya llevaba casi dos semanas ahí. La paga no era nada extraordinaria, pero le ayudaba con sus gastos mínimos. Su compañero de trabajo era un chico alto, unos años mayor que él que parecía seguir trabajando en la tienda solo para tener algún lugar dónde fumar. 

— Je... Mira esto— Martin levantó una revista para adultos desde el área de lectura. 

John sonrió poco interesado y volvió a hojear la revista de espectáculos. Martin volvió al mostrador, aún usando el trapeador solo para recargar su peso en él y se le quedó viendo. 

— ¿Crees que es buena idea las bolsas re utilizables?— preguntó luego de una larga y dramática pausa.

John lo volteó a ver con una ceja arriba.

—Osea... ¿No tardan más en descomponerse? ¿Y qué tal si se van al mar? ¿Sabes?

— Dios— John se cruzó de brazos y miró al chico — No seas estúpido.

La campanita de la puerta sonó y un chico y una chica entraron hablando. Martin volvió a fingir que limpiaba el piso y John cerró la revista. El rizado se acercó a él detrás del mostrador y se inclinó a su lado.

— Vino blanco y chocolates, ¿tu que dices?

John se les quedó viendo pensando en su apuesta y cruzó los brazos.

— Crisps y cerveza— dijo seguro.

Martin salió detrás de la caja y deslizó el trapeador por el pasillo. La pareja se acercó a pagar y John sonrió al cobrar una bolsa de frituras, Martin chasqueó la lengua y frunció el ceño. La pareja se fue y John estiró la mano hacia su compañero.

— ¡Paga!

El rizado rebuscó en sus bolsillos y al acercarse le dejó de mala manera unas monedas. 

— Creo que subiremos a cinco euros— dijo John metiendo las monedas a su pantalón. 

— ¡Vete a la mierda, no es justo!— exclamó Martin — Siempre ganas, haces trampa.

— Sí, Martin, leo mentes.

— ¡Lo sabía!

— ¡Dejen de jugar!— el dueño de la tienda bajó las escaleras que daban a su hogar haciendo acto de presencia — Voy a salir un momento, ¿John, ya casi te vas, no?

— Sí, señor.

— Michael, cierras con llave— lo acusó con un dedo.

El mayor solo asintió, acostumbrado a que su jefe no supiera su nombre, y el señor Yusef salió de la tienda. Cuando dobló la esquina John salió detrás del mostrador y fue a la puerta. 

— ¿Ya te vas?— preguntó Martin cerrando la puerta del refrigerador y sosteniendo una botella de tequila.

— Tengo tarea— se encogió de hombros — Igual vengo mañana, no importa— abrió la puerta del local — ¡Adiós! 

Se despidió con la mano y se fue antes de que Martin comenzara a tratar de convencerlo de lo contrario. Sacó su celular de su bolsillo y miró la hora, eran casi las ocho de la noche, Lucas ya debería haber acabado con sus tareas. Caminó hasta su casa y abrió la puerta con confianza, solo para ser recibido por su hermano cargando su guitarra y una mochila hacia la puerta. 

— ¿Ya te vas?— preguntó serio. 

Harry se le quedó viendo con el ceño fruncido. 

— Sí ¡Y ahora no voy a volver!— gritó a la cocina.

Sad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora