9.

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maratón 2/2

Despertó y se estiró en la cama, solo para contraerse de dolor cuando su cabeza punzó. Gruñó y se envolvió en las cobijas haciéndose un ovillo. Abrió los ojos y vio un vaso con agua en su buró. Se sentó a sin salir de las cobijas y miró las pastillas junto al vaso. Se las tomó y el agua le supo al cielo. Se levantó y sin siquiera mirarse en el espejo del pasillo, fue a la cocina. 

Su papá horneaba panqueques, su hermana los decoraba con crema de avellanas y crema batida y su mamá preparaba café. El olor del dulce le revolvió el estómago y con un quejido anunció su presencia en la cocina. Su papá le sonrió con tintes de maldad. 

— ¡Buenos días, solecito!— exclamó innecesariamente alto. 

John gruñó y se tapó la cabeza con la cobija. 

— Sophie y yo hicimos tus favoritos. Siéntate— señaló la mesa frente a la ventana, completamente abierta, dejando que el sol entrara como invitado de honor.  

John se acercó a la cafetera y chasqueó la lengua al ver que ya no había café. 

— Mierda, ¿querías?— preguntó su mamá — Se acabó. Pero puedes ir a comprar más hay dinero en mi bolsa.

Arrastró los pies a la mesa y se dejó caer en la silla. 

— No, está bien.

Su papá dejó un plato frente a él con los panqueques más bonitos que alguna vez había visto. Cuatro perfectamente redondos y esponjosos hot cakes, cubiertos con chocolate, confites y crema batida, una fresa cortada en rebanadas arriba y miel goteando de las orillas. 

— Como te gustan.

Harry estaba teniendo un excelente día, al igual que Chloe. No era la primera vez que hacían eso, pero sí era la primera vez que dejaban participar activamente a su hermana. Y eso era malo. Se acomodó en su cobija y miró con repudio su desayuno. El olor a azúcar lo mareaba y lo hacía sentir enfermo, su jaqueca le impedía enfocarse en los colores de los confites y mientras más veía la montaña de harina frente a él, más se odiaba a sí mismo por aceptar el shot de Jeremy. Y los consecutivos a ese.

Su mamá lo veía expectante, retándolo, sabía que su papá estaba detrás de él, con Sophie en la isla, disfrutando de la primera etapa de su castigo. 

Suspiró, no quería arriesgarse a vomitar, pero tampoco quería darles la satisfacción de salir triunfantes. Miró a su mamá con el cuello flojo, luego miró los panqueques, chasqueó la lengua y respiró hondo. Tomó el tenedor ante la mirada expectante de Chloe, le dedicó una ultima mirada y sonrió con soberbia. 

— Ni lo pienses. 

— Meh. 

Enterró el tenedor en el panqueque y lo levantó, abrió la boca lo más grande que su fisionomía le permitió y metió la mayor cantidad de comida que pudo. Su mamá se tapó la boca con la mano, disgustada, mientras él se aturraba la boca con panqueques. Trataba de no inhalar el aroma, de no concentrarse en lo que hacía, pues tan pronto su estómago sintiera el dulce y la harina, iba a rechazarlo y lo iba a mandar directo al baño.

— John, vas a vomitar, grandísimo imbécil— dijo Chloe arrebatándole el plato — Solo ríndete. Harry, dile algo, mira la bestia que creaste.

El hombre se acercó con cuidado y se sentó a su lado.

— Hijo— dijo con cuidado — También te preparamos un smoothie. 

Una arcada mandó a sus progenitores hacia atrás. Pero logró controlarse en el ultimo momento y mantuvo la comida dentro de su boca. 

Sad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora