Capítulo I

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Soy una Weasley, sí y recibo bastantes malas caras por ello, pero yo soy feliz, mi familia es la mejor a pesar de lo que digan. Me encantan mis hermanos, aún que considero que Percy (como todos los demás), es bastante pesado.

Este año me tocaba entrar a Hogwarts si la carta llegaba. Estaba muy impaciente, ya no aguantaba más la espera, pero ese día aún no llegaba. Suspiré de cansancio, siempre miraba por la ventana de mi habitación compartida con Ron por si llegaba la carta, pero no parecía que fuese a llegar ese día 15 de Julio.

Bajé a la cocina, donde dos rostros iguales me esperaban, y no hablo sobre mí misma y mi hermano Ron, hablo de mis hermanos mayores Fred y George. Siempre hacíamos travesuras en casa juntos, asustábamos a las gallinas, hacíamos bromas a mis hermanos y a mis padres, escondíamos cosas por la casa para que fuese difícil encontrarlas, etc. Nos encantaba y ese día íbamos a gastarle una broma a Ron.

—¿Lista para lo mejor? —Dijo George y yo asentí decidida.

Entré en mi habitación compartida como si no pasara nada y le dije a Ron que se fuese por algún lado que tenía que hacer algo en la habitación. Él se fue sin molestarse, era algo que hacía habitualmente y cuando él me lo pedía yo hacía lo mismo. Generalmente lo hacíamos para cambiarnos o cuando teníamos algo personal que hacer. Cogí algunas de sus pertenencias más preciadas y se las di a Fred y George, que salieron corriendo de la habitación a esconderlas en sitios poco apropiados. Me reí un poco y luego volví a mi habitación y me cambié para que no sospechara. Después de un rato escuchamos un grito de mi hermano reclamando sus cosas, me reí con ganas y me fui de la casa un rato.

Luego por la tarde fuimos a jugar algo de quidditch en un sitio un poco alejado para que los muggles no nos viesen, y como siempre me ponían de cazadora. Decían que yo era la mejor, a pesar de que Fred y George estuviesen juntos en el equipo del colegio como bateadores.

Tenía talento con la escoba sí, pero mi familia no sabía que era aún más talentosa en transformaciones. Que ¿cómo lo sabía sin haber ido a Hogwarts? Fácil, yo era una animaga, solo que era de nacimiento, no sé cómo pasó eso, pero podía transformarme en todos los animales que quisiera, ni siquiera era una animaga corriente. Los normales solo se transformaban en un animal, yo podía formar a cualquiera. Al menos eso leí en los libros de mis hermanos.

A veces para estar sola me iba fuera donde nadie veía y me transformaba en un perro, un gato, a veces me apetecía surcar los cielos y me transformaba en una lechuza o un águila, pero mi preferido era la serpiente. Reptar por el suelo en un cuerpo frío en verano es de las mejores sensaciones que hay. No sé exactamente por qué mi favorita es la serpiente, pero sin duda es la transformación que más hago cuando quiero pasar el rato.

Ya era la hora de cenar y estaba hablando con Ron en nuestro cuarto sobre quidditch cuando escuchamos la llamada a comer de nuestra madre, bajamos por la escalera los últimos, hasta Ginny ya estaba allí.

—¿Cuándo creéis que llegarán las cartas? —Preguntó Ron

—No lo sé querido pero seguramente lleguen pronto —respondió mi madre con calma.

Nos sirvió la comida y no hablamos hasta que nos fuimos a dormir. Eso era algo extraño en mi familia, no solíamos estar callados durante la cena pero nadie tenía nada para decir esa noche.

Subí a mi cuarto antes que Ron y me cambié rápidamente, luego me tumbé en mi cama. Mi parte de la habitación era de color morado y la de mi hermano era naranja. En mi parte de la habitación tenía algunos pósters de quidditch, una pequeña estantería para mis libros, un escritorio blanco que más que para hacer deberes lo tenía para apoyar cosas como pinta uñas, revistas, etc; unos cajones que estaban en la pared que guardaban mi ropa o maquillaje, ya que a mí me gustaban mucho esas cosas, y una maleta sin uso y polvorienta, ya que debido a nuestra pobreza no nos íbamos mucho de vacaciones...

[Amistad Extraña | Draco Malfoy] || La Piedra Filosofal #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora