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Su cabeza daba vueltas junto con un terrible dolor. Sentía el sabor del licor. Aún podía sentir el ardor en su garganta y una ganas de vomitar increíbles.
Al abrir sus ojos,no pudo encontrarse con una escena bastante tierna. Darwin dormía sentado en el suelo con una ojeras poco visibles. A pocos milímetros de su rostro,pudo observar lo bello que era. Esos labios delgados y finos,sus pestañas casi largas y su tez suave a la vista.
— Muy hermoso —Un rubor fuerte atacó su rostro avergonzado de su pensamiento.
— Buenos días,Gum —Hablo el menor asustando al mencionado.
— B-Buenos días,Darwin...
— ¿Estás bien? —Tallo sus ojos bostezando— Te ves rojo.
— Eh,si. Estoy bien...
— De acuerdo —Estira su cuerpo escuchando unos huesos crujir.
— Oh...—Gumball intento no reírse— ¿E-Estas bien?....Darwin.
— Si...
— Bien...
—....
—....
Darwin cerro sus ojos con el ceño fruncido— ¡Deja de contenerte! Ya suelta.
Gumball comenzó soltando carcajadas. Darwin contuvo unas palabras en su boca,volteó su cabeza enojado. El mayor solo acarició la cabeza de Darwin con una sonrisa cálida.
Su rostro rojo lo delato. Aquella sonrisa lo había calmado.. A pesar de que Gumball había terminado con Penny,aún no era oficial. Darwin seguía esperando el día,el día en que declararía sus sentimientos.
— Gracias por cuidar de mi.
— No hay de que —Le acerca un vaso de agua— Eres mi familia ¿no? Me preocupo por ti.
Gumball bebió del vaso mirando fijamente al menor— Eres muy maternal.
— Debería ser Anais,esa niña se ha vuelto sería.
— Te escuché,cabeza de mono —Golpeo la cabeza de Darwin— Aunque no lo crean,me preocupo por ustedes.
— Lo se,hermana —Gumball sonríe,se levanta y camina hacia la cocina para hacer el desayuno.
