NUESTRA INFANCIA (CONTINUACIÓN 2)

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Lo más divertido es que, la primera vez que nos vimos en televisión, nuestro comentario fue:《¡Cómo nos hemos podido meter ahí!》. Luego nos paraba la gente por la calle para hacerse fotos con nosotros y no entendíamos por qué nos conocían. No éramos conscientes de que éramos populares. Y seguimos un poco así, eh. Este verano queríamos ir a una piscina en Madrid con unos amigos y había un chófer para llevarnos, pero le dijimos que ya íbamos en autobús. Entonces el hombre nos preguntó que si estabamos tontos o qué, que si no nos dábamos cuenta de que no podíamos ir en transporte público, y la verdad es que no habíamos caído en ello. Eso y beber un regresco frío cuando nos apetece son algunas de las cosas que echamos de menos.

Para nosotros, grabar《Menuda noche》era como una clase extraescolar, y nos fue muy bien porque adquirimos más vocabulario que un niño de nuestra edad, y nos relacionábamos con personas mayores. Además, era como si fuéramos a una fiesta de cumpleaños cada lunes. Después del programa nos daban un regalito, un flotador o una toalla si era verano, o unas gafas de bucear.

Al cumplir los siete años, como ya habíamos cantado en el programa y gustábamos a la gente, la productora nos hizo un disco con canciones que se llamaba《Dos mejor que uno》. Comercialmente, no tuvo mucho impacto, y se distribuyó en el ámbito de Andalucía, pero hicimos una minigira con un ballet de nueve niñas que también participaban en el programa de《Menuda noche》, Las Salaítas, y nos lo pasabamos bomba. Siempre estábamos (y estamos) rodeados de niñas. Fue una época muy divertida, allí arriba en el escenario nosotros dos, unos renacuajos, cantando para un montón de gente.

Con once años participamos en el programa《Quiero cantar》, de Antena 3. Allí estuvimos furante siete semanas fantásticas cantando, bailando y pasándolo muy bien. No era un programa concurso al uso porque nuestros padres siempre habían huido de eso, no querían someter a juicio lo que hacíamos con sólo once años, pero el director de programa les convenció porque cada semana se votaba al equipo ganador, el de los mayores o el de los pequeños, y al final el que ganase se llevaría una beca de estudios. Allí hicimos versiones de artistas como Raphael y Ricky Martin con otros chicos del programa. Nos lo pasábamos genial, y allí ya sí demostrabamos que teníamos cualidades para cantar.

El caso es que nosotros nunca les habíamos dicho a nuestros padres que queríamos cantar. Siemlre cantábamos en casa e imitábamos a algunos artistad pero esa no era, en principio, nuestra meta, lo teníamos como un pasatiempo, una faceta más de nuestra vida o un sueño lejano, y todo lo que nos ha pasado ha sido un poco por casualidad. Nunca henos ido a clases de canto y nunca se las pedimos a nuestros padres. De hecho, en casa, nuestro hermano Juan Carlos también canta, y de pequeños cantábamos los tres juntos. Para nosotros ha sido siempre un juego. Y quizás ahora siga siéndolo.

Nos apuntaron al conservatorio con cinco años, para hacer piano, pero el solfeo nos aburría y lo dejamos. Sin embargo, fue una buena base para trabajar mejor ahora. Además, tenemos un buen oído musical y siempre nos han dicho que nuestras voces son tan iguales que parece que cantemos en estéreo. Nos compenetramos muy bien en el escenario y nos entendenos con una sola mirada.

Lo de cantar para nosotros, como gemelos, ha sido muy instintivo. Es muy curioso porque en casa está uno arriba cantando algo y empieza otro a cantar lo mismo en el piso de abajo. ¡Y no nos hemos oído! Sólo coincidimos, la conexión entre los dos es increíble. Además, no hay un momento del día en que no estemos cantando, desde pequeños. A veces, nuestra madre nos pide por favor que nos callemos de una vez, pero esque no hay manera, es más fuerte que nosotros. En casa, mis padres no cantan mucho, sí que hay algún video de papá cantando temas de Raphael, y la verdad es que lo hace muy bien.

Ya de pequeños buscábamos por la radio la música que nos gustaba y luego le pedíamos a mamá que comprara los CD, y tal fue nuestra insistencia, que hasta compró un equipo de música lara que pudíeramos escuchar a los grupos que queríamos. Cantábamos a todas horas, hasta en la piscina. No callábamos nunca. Hasta hoy. Unimos las voces y no sabes quién canta, nos confunden hasta nuestros padres, y cuando mamá le pide a uno que se calle, empieza el otro. Siempre hemos cantado juntos, hasta dormir. Ahora han conseguido que nos duchemos separados, y no ha sido fácil porque tenemos la manía de hacerlo todo a la vez.

Porque somos un tipo de gemelos un poco especial, nos complementamos totalmente, uno es zurdo y el otro diestro, tenemos hipermetropía y astigmatismo cada uno en un ojo distinto, hasta uno tiene una mancha de pigmentación en la piel por exceso y el otro por defecto. No dependemos el uno del otro pero juntos somos más felices. A la hora de colocarnos en el escenario, cada uno tiene su sitio, instintivamente, nos sale de forma natural, como si fuéramos dos mentes telepáticamente unidas.

Como Daniel es un niño despistadísimo, nuestros padres pensaron si no tendría dislexia. Por ejemplo, contaba un chiste que empezaba con dos hombres sentados a la sombra de una higuera y él seguía el chiste diciendo que comían ciruelas, y de ahí no lo sacabas, no había manera de que dijera higos. De hecho, esta es una anécdota que ocurrió en《Menuda noche》y que aún se puede ver en los videos que hay colgados en internet. Cada vez que a Daniel se le escapaba una cosa de estas, era yo [Jesús] el que salía en su ayuda. Daniel se distrae mucho y yo me fijaba más en las cosas. También era más risueño de niño, muy piropón con las mujeres. Él es mucho más de palos, campo y animales; yo soy un poco más reservado y callado. Cuentan mis padres que de pequeños siempre parecía que estaba ausente pero que me daba cuenta de todo, era muy bueno, dulce y tierno, pero mucho más despierto. Eso es lo que dicen ellos.

De los dos, Daniel es el más presumido. Cuando nos prescribieron gafas y estábamos en el programa de《Menuda noche》, yo no tenía ningún problema y salía con las gafas puestas, pero él se las escondía en el bolsillo de la camisa, algo que agradecía mucho Juan y Medio porque así nos distinguía. De todas formas, nunca hemos sido demasiado conscientes de nuestro look  hasta que hemos empezado esta última etapa de conciertos y firmas de discos, porque nos hemos dado cuenta de que pueden publicarse fotos nuestras en las redes sociales, hechas por las fans o por alguna cámara indiscreta en la calle, en la playa o en cualquier sitio, ¡y a veces vamos con unas pintas horribles!

Hay una anécdota bastante divertida y es que cuando éramos pequeños y no llegábamos a la tura del espejo, nos poníamos a dar saltitos para vernos, pero no había manera de llegar. Hasta que un día, a Jesús, que ya estaba cansado de tanto salto, se le ocurrió algo extraordinario. Como los dos siemore íbamos vestidos igual, me dijo:《¿Y su yo te miro a ti y tú me miras a mí?》. Y bueno, no es que lo sigamos haciendo ahora de mayores, pero no podemos negar que somos casi un reflejo el uno del otro.

Yyyyy terminamos con NUESTRA INFANCIAAAA jajajaja tranquil@s que aun queda un poco mas de medio libro XD es muy largo ajjaja hoy no e podido subir porque es el cumplede mi papa y hemos montado una mega party jajajaja mañana sigoooo besoosss osquieroo ♡♡♡♡

JUNTOS POR UNA ILUSIÓN <GEMELIERS>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora