04

611 46 0
                                    


—No, así no, otra vez —Carlota se mantenía observando al vampiro entrenar, después de más de veinte intentos no había podido vencer a Manuel, no quería imaginarse cuando tuviera que enfrentarse a Fernando.

Jasper estaba enojado, jamás le habían tratado de esa manera, jamás había perdido una sola batalla, ¿Por qué ahora estaba viendo su suerte irse por el caño?

—Lo estás haciendo mal.

Las cosas eran diferentes con Carlota, ella no lo premiaría hasta que lograra vencer a Manuel, no había probado una gota de sangre en al menos dos semanas, sus ojos ya estaban oscuros. No podía pensar en otra cosa que no fuera alimentarse. Y Carlota parecía ser del tipo sanguinaria.

—No estás prestando atención. No es tan difícil muchacho.

—No me he alimentado desde hace dos semanas.

—¿Y? Yo no le veo el problema. —.

Manuel rió por lo bajo, Jasper le dedicó una de sus peores miradas.

—Estoy hambriento.

—Muchacho, en mis tiempos a penas podíamos cazar, pasábamos hasta tres meses sin probar bocado alguno, ¿O me equivoco, Manuel? —.

El moreno asintió.

—Uy, muchacho, en nuestros tiempos no hubieras ni aguantado más de dos semanas, la población era pequeña, no había mucho que pudiéramos tomar como nuestro. Tampoco habían muchos vampiros. —el hombre le explicó sentándose en la sombra de un árbol.

—Pero eso... ¿En qué año fue? —estaba confundido, tampoco es como si hubiera mucha gente ahora.

—En 1700. —le replicó Carlota— la hambruna nos atacó de maneras horribles, y nosotros, quienes siempre hemos estado en esta parte del país, tampoco teníamos muchas oportunidades. Las ciudades más grandes eran gobernadas por vampiros ariscos que no daban oportunidad a ningún otro que quisiera cazar. Así que tuvimos que adaptarnos.

Jasper no podía imaginar aquello, no podía verse en ese espejo, no podría vivir tanto tiempo sin alimentarse, se volvería loco.

—Los más débiles enloquecieron, no los culpamos, pero ninguno estaba acostumbrado a obtener las cosas tan fáciles. —Manuel suspiró— Mucha de nuestra gente murió, entre esos estaba mi hermano... —el moreno se quitó el sombrero— Erwan, el difunto patrón y esposo de la patrona, doña Carlota, me acogió en su clan, y desde entonces aquí estoy.

Carlota reprodujo en su mente aquellos tiempos, como si hubieran sido ayer, lo recordaba a la perfección.

—Carlota, ¿Cómo vamos a sobrevivir? —Erwan le tomó de las manos— Los más jóvenes se están volviendo locos, Carlota, no puedo permitir que ninguno te haga daño.

—Erwan, nada de eso va a suceder, voy a ayudarte, ¿Recuerdas lo que te he prometido desde el primer día en el que fui tu esposa?

—Por siempre y para siempre, Carlota...

—No voy a dejarte sólo en esto, te lo juro.

La pareja asustada observó a los pueblerinos acercarse furiosos, los habían descubierto.

Carlota, por favor, vete de aquí, no podré vivir si te sucede algo.

—Erwan, ¡Por Dios! ¿Qué incoherencias dices? Los muchachos ya se han ido, debemos irnos también.

—¡Pero mujer! ¡Este es nuestro hogar!

—Erwan, mírame, ¡Mírame por el amor de Dios! —le gritó.

El hombre de piel bronceada y cabellera castaña oscura le observó. Y entonces, aquella dulce mirada de Carlota le tranquilizó. Unos fuertes golpes se escucharon en las enormes puertas de madera, y los gritos llenos de enojo les alarmaron.

Vámonos, Erwan, vámonos.

—Está bien, mujer, a donde sea mientras sea contigo.

—Por siempre...

—Y para siempre.

La pareja le dio un último vistazo a la casa, escapando en un abrir y cerrar de ojos. En la mente de Carlota aún existía la imagen de su hogar quemándose en una enorme hoguera como si fuera sólo un montón de leña.

—Fueron momentos difíciles —la voz de Manuel interrumpió sus recuerdos— Volvimos a este lugar décadas después, cuando la gente nos había olvidado.

Jasper había sentido la repentina tristeza emanar de Carlota, pero no pudo reemplazarla, algo le hacía que fuera imposible tener efecto sobre sus emociones.

—Muy bien, ya que han tomado un descanso, una vez más me gustaría que intentara esforzarse por un momento aunque sea, caballero.

El resto del día no se tocó el tema en ningún momento, Jasper podía comprenderlo de alguna manera. Habían sido tiempos muy difíciles que hasta para un vampiro, a veces resultaban dolorosos los recuerdos y las emociones que traían consigo. Tal vez al final Carlota no fuera una mujer tan mala como parecía ser. Tal vez.

Moon - Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora