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—Fuiste atraído a ella bajo el error de creer que es pura —María escupió con molestia— y te dice que la gente quiere ser buena, pero ella no es el rayo de sol inquebrantable que crees que es. Hay oscuridad en ella. Sino, ¿Por qué le atraería la oscuridad? Sino, ¿Por qué le gustarías tú? —.

Jasper observó a Carlota de lejos prenderle fuego al montón de neófitos inservibles.

—Ella no quiere esto —Jasper le replicó desesperado—.

—No, Jasper. Ella lo desea más que cualquier otra cosa. Ella no es el ángel que tú crees conocer. En el pasado ella asesinó a cientos de los nuestros, a cientos de personas inocentes, en el pasado ella incluso quiso asesinar a su propio hermano. Entonces, ¿Por qué sigues creyendo en todo lo que ella te dice?

Jasper se sintió culpable, usado, totalmente lastimado. Su corazón dolió, la presión en el pecho y el nudo en la garganta aparecieron cuando creyó darse cuenta que María tenía razón, que la había tenido todo el tiempo. La tristeza lo inundó, jamás se había sentido así, ni con todas las emociones de esos difuntos vampiros. El dolor no le alcanzaba. Carlota se acercó, tenía los ojos negros como carbones, era obvio que ella había escuchado todo, aunque Jasper parecía haber olvidado ese detalle.

—Los vampiros que sobrevivieron van a seguir entrenando, mientras tanto vayan buscando a más gente habilidosa, no a un niño de quince años. —esa mirada fría y la voz sin interés le hizo a Jasper sentirse aún peor.

Los carbones de Carlota observaron a María.

—Si no pueden darme nada de eso, nuestro trato estará deshecho. Espero que no olvide, María, que de ser necesario usted tendrá que morir. —.

A Carlota no podía importarle más María, gracias a ella había perdido a Erwan y ahora muy probablemente a Jasper. No se tocaría el corazón una vez más. Definitivamente no.

—¿Se irá? —Jasper le preguntó—.

—Sí. —ella le replicó con la voz fría y distante— ahora, si me disculpan, Khaled me espera para irnos de este lugar. Les notificaré cuando regrese. Buenas noches. —la pelinegra pasó de largo, ambos vampiros la observaron entrar al coche con ayuda de Khaled.

—¿Se encuentra bien, Carlota? —el rubio preguntó.

—Sí. —ella observó al conductor— vámonos.

En seguida el automóvil comenzó a avanzar, Carlota se había sentido totalmente decepcionada. Porque ella sabía perfectamente que Jasper podría confiar más en María después de lo que acababa de suceder.
Pero ella no se llevaba el crédito, ella jamás hubiera deseado aquella masacre. Pero ella jamás perdería nunca más a uno de los suyos, no sólo de su aquelarre, sino también de su familia.

—¿Usted está bien, Khaled? —.

—Perfecto. Hace mucho tiempo que mis huesos no se estiraban así de bien. Y de vez en cuando está bien que un poco de sangre te salpique en la cara.

Los neófitos habían intentado asesinar a Khaled sin contar la increíble criatura sobrenatural que era. Un híbrido de hombre lobo y vampiro. Definitivamente nadie jamás se querría volver a enfrentar a él. O a Carlota, quien también había terminado asesinando a un cuarto del ejército de neófitos.
Pero Khaled le restaba importancia, no era la primera vez que alguien intentaba asesinarlo, tampoco la última en la que alguien moriría por su culpa. No le importaba, hacía ya mucho tiempo que para él esa clase de gente desconocida no le interesaba en lo más mínimo. Y eso era más que evidente.

Por otro lado, Carlota había perdido la cabeza ahí mismo. Su don había resultado totalmente letal. En cuestión de segundos, cinco neófitos habían perdido sus extremidades. Carlota lo había pensado con intensidad, y con descuido, aún tenía la imagen en su cabeza. Prefirió pensar el algo más.

—Nuestro amigo, el señor Withlock todavía conserva el anillo del aquelarre que usted le obsequió. —mencionó con trivialidad el híbrido.

—Sí, así es. De cualquier manera, sigue perteneciendo al aquelarre, Monterrey ahora es parte de nuestras tierras.

—¿Eso significa que es parte de nuestro clan?

—Tal vez. —.

Carlota simplemente cerró los ojos con cansancio, no podía dormir, pero al menos podía relajar su mente.

—Entonces la dejaré descansar.

—Será mejor que duerma un poco, por suerte usted puede hacerlo y será un viaje largo.

—Como usted ordene —.

Ambos rieron suavemente.

—Bien, entonces descanse, Khaled.

—Lo mismo digo, Carlota.

Durante el camino ninguna vez más se tocó el tema. Khaled no estaba interesado y Carlota deseaba que nadie preguntara. Aún así, se preguntaba cómo es que su hermano no había podido verlo. Suponiendo que él había estado vigilando el futuro con detenimiento. Probablemente habían sido decisiones repentinas. O tal vez María había jugado con los puntos ciegos de su visión. Cualquiera de esas dos opciones, no le traería buena suerte a ninguno. Definitivamente no.

Moon - Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora