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Los “jóvenes” llegaron de nuevo a la mansión, por algún motivo, Cinco se veía inquieto por algo.

—¿Tienes algún tema pendiente?— preguntó la chica alzando su ceja, se estaba irritando por la actitud de él.

—Debo hacer algo más tarde. Por mientras, te contaré— inició el joven.

Después de dar una explicación detallada de su viaje y del futuro, obviamente omitiendo una parte muy importante, Ocho estaba reflexionando las posibilidades de poder evitarlo.

—Déjame adivinar, ¿tú también crees que perdí la cabeza?— habló tajante el chico, ya se había molestado de que ninguno lo tomará en serio —Si responderás que no, sólo vete.

—Calmado, anciano. Es obvio que te creo o me hubiera dado la vuelta sin que me lo dijeras. ¿Los demás no lo hicieron?

—No. Vanya hasta me recomendó un psicólogo.

Ella suspiró, comprendía un poco a Cinco. Debió ser difícil para él vivir más de 30 años solo y llegar a un lugar lleno de ineptos.

—No es por desmeritar a mis maravillosos hermanos, pero claramente no lo iban a comprender— se recostó en la cama del chico —Después de que te fuiste nos sometieron a entrenamientos mucho más rigurosos. Y luego pasó lo de Ben— el sólo hecho de recordarlo le dolía —Era una niña triste, tenía que culpar a algo. Fue cuando decidí no crecer más, para que los problemas no me persiguieran.

—Eso es…— ella lo interrumpió antes de que continuara.

—Es muy estúpido, lo sé. Pero, ¿qué más podría hacer? Vanya se volvió aún más reservada después de que te fuiste, incluso conmigo. Los demás me dieron la espalda, Klaus estaba abriendo su tercer ojo y Ben trataba de escucharme.

—Lo siento, debí escucharlos. Más a ti.

Flashback (N/A: Siempre quise escribir esa palabra)

La escena mostraba a los 8 chicos esperando a su padre, en cuanto llegó, les ordenó sentarse. Cada quién hacía lo que le cantaba, Allison y Luther se miraban indiscretamente, Diego escribía algo con su cuchillo en la silla, Klaus estaba enrollando un “dulce”, Ben leía un libro, Ocho y Cinco se miraban directamente y Vanya intentaba comer. De un momento a otro, Cinco rompió el contacto visual y clavó un cuchillo en la mesa.

—Número Cinco, estás interrumpiendo— regañó Reginald.

—Tengo una pregunta— dijo molesto el chico.

—El conocimiento es un objetivo admirable, pero conocen las reglas. No hablen durante las comidas.

—Quiero viajar en el tiempo— reprochó con el tono anterior.

—No— respondió tajante el mayor.

—Pero estoy listo, he practicado mis saltos espaciales tal como me lo dijiste— saltó hacia el lado de su padre —¿Lo ves?

—Un salto espacial es trivial comparado con un desconocido viaje en el tiempo. Uno es como deslizarse por el hielo, el otro como descender a ciegas hacia las profundidades del agua congelada y reaparecer como una bellota— expuso el padre de los chicos.

—No entiendo.

—Por eso mismo, no estás listo— concluyó el hombre sin mirarlo directamente.

—No tengo miedo— volvió a hablar Cinco.

—Ese no es el problema. Los efectos que podrían generar en tu cuerpo e incluso en tu mente son impredecibles. Ahora, te prohíbo seguir hablando de esto.

El chico hizo caso omiso a la orden de su padre y comenzó a caminar hacia afuera del lugar.

—¡Número Cinco, no puedes retirarte, regresa aquí!— exclamó Reginald.

—Trataré de convencerlo— mencionó una de las tres chicas antes de salir corriendo.

El millonario dejó que (T/N) fuera tras Cinco, era la única que podría hacerlo razonar.

Ocho persiguió al chico, jalando su brazo en cuanto lo alcanzó.

—No lo hagas, Cinco— pidió seriamente —Escuchaste a papá, me escuchaste a mí, ¿por qué demonios te arriesgarías tanto?

—Tú y papá me están subestimando. Si quiero hacerlo es porque me creo capaz— con un movimiento brusco se soltó del agarre de la chica —Siempre he confiado en ti, Ocho. Incluso me diste la razón varias veces, ¿ahora estás del lado de papá?

—Me preocupo por ti, es por eso— dijo ahora molesta.

—Cómo sea, si no vienes conmigo, devuélvete a la academia.

—Suerte en tu viaje. Sólo recuerda que te quiero— ella se dio la vuelta, no dejando continuar a Cinco.

Fin flashback.

El recuerdo pasó fugaz para ambos, estaban contentos de verse, pero seguían recordando el pasado de forma tortuosa.

—¿Y en qué puedo ayudarte? Sé consciente de que no me quiero meter mucho.

—Te lo diré después, ahora mismo debo hacer algo— explicó mientras veía bajar el sol.

Ocho se quedó sola, algo no le daba buena espina. Se levantó de la cama para pasear por el patio de la mansión, horrorizándose de ver la estatua de Ben rota. No pudo evitar llorar un poco al recordar a su hermano, era frustrante no haberlo ayudado en su momento. Colocó la cabeza en su lugar y se concentró para volver a unirla, devolviéndola a su estado anterior. Respiró hondo mientras veía a las estrellas brillar cada vez más.

El instinto de (T/N) le avisó de que algo le estaba pasando a Cinco. Hizo un esfuerzo para teletransportarse y su confusión fue masiva al ver que estaba dentro de una tienda departamental. Se agachó cuando escuchó al chico hablar con un maniquí.

“¿Esa es Delores? ¿O era Dolores? ”— se cuestionó mentalmente —“Pobre Cinco, estar solo sí que te afectó”— pensó nuevamente.

La presencia de dos personas más acercándose la puso alerta, se colocó en un lugar cómodo en el que podría observar todo, sí, no lo ayudaría tan rápido, el hecho de que la haya abandonado por un maniquí le había afectado un poco.

El tiroteo inició, rompiendo a la figura por la mitad y provocando el grito de Cinco.

“¿Por mí también hubiera gritado?”— la fabulosa número Ocho estaba celosa de Dolores.

Cuando vio que el chico no podía saltar de nuevo, entró en acción. Apareció detrás de él y lo abrazó, teletransportándose hacia las afueras de la Academia. Se le veía confundido, mostró su cara de alivio al ver a la chica detrás de él.

—¿Quiénes eran esos?

—De la comisión, órdenes de matarme.

—Entremos, si no te doy agua pronto te vas a desmayar— ordenó la chica aún molesta. Sumando que ahora tenía dolor de cabeza.

Iban subiendo las escaleras cuando se toparon con Allison y Luther, algo sorprendidos por ver a los chicos juntos, claramente.

—Ocho, Cinco, ¿qué les pasó?— preguntó la mujer con sorpresa —Por cierto, no te había visto en mucho tiempo— observó refiriéndose a (T/N).

—Un asunto del anciano— le respondió la chica cortante —Y qué bien, a veces es mejor no vernos, evitamos conflictos.

Siguió avanzando, dejando a los tres solos. Allison se sentía algo culpable, sabía lo que le había hecho a su hermana. Luther intentó dialogar con Cinco sin éxito, este último decidió retirarse en busca de la octava.

La encontró en el balcón de una de las tantas habitaciones del lugar, con cara de enojo y un frasco de pastillas en su mano.

—¿Ahora usas narcóticos?

—No, es para la migraña que tengo por tu culpa— habló cansada —Por cierto, toma— le pasó un vaso lleno de agua.

—Gracias por ayudarme y eso— dijo algo apenado mientras tomaba lo que le ofreció.

—¿Ella es con quien te quedaste todos esos años? Qué envidia— preguntó la chica tratando de alivianar el ambiente.

—Sí, ella es Dolores. Fue mi única compañía.

Ocho volteó hacia Cinco, quedando muy cerca el uno del otro. Acortó la distancia, depositando un pequeño beso en la mejilla del chico.

—Ya me iré, que pases buena noche, Cinco— se despidió desapareciendo.

Él intentó frenarla en vano, su corazón aún estaba acelerado por aquel roce en su cara.

—Ya lo sé, no tienes que burlarte de mí— reprochó hacia al maniquí que prevalecía inmóvil —Las hormonas adolescentes son de lo peor— se quejó frustrado.

Sí, Ocho le seguía pareciendo la mejor persona del mundo.



Aphaty | Número Cinco Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora