Después de tomar una buena taza de café, Ocho se reencontró con Cinco, quien estaba realizando cálculos en las paredes de su habitación. Prefirió no decir nada y dejar que el chico se concentrara, se sentó en el marco de la ventana y miró con recelo al maniquí femenino.
—Creo que aquí tengo algo, Dolores— habló centrado.
—Felicidades, Cinco— dijo la chica con voz chillona, ella estaba ahí y le hablaba al pedazo de plástico.
Luther entró a la habitación, viendo extrañamente todas las fórmulas plasmadas en la pared.
—¿Qué es todo esto?
—Un mapa de probabilidad— respondió Cinco.
—¿Probabilidad de qué?
—De muertes que salvarían al mundo. Las reduje a 4.
(T/N) se acomodó en su lugar con nerviosismo, él se quería encargar de eliminar a quienes pudieran provocar el apocalipsis y ella estaba eliminando a los que podrían evitarlo. Después de una explicación de Cinco hacia Luther que no llegó a la comprensión, el mayor se acercó a leer los cuatro nombres.
—Milton Green, ¿es un terrorista o algo así?
—Me parece que es un jardinero— recordó el chico.
—Es una broma, ¿verdad?
—No, no está bromeando— pronunció después de mucho tiempo la chica.
El “menor” sacó un estuche con un arma, al parecer pertenecía a Reginald.
—Es una locura Cinco, ese Milton es sólo un hombre inocente— alegó algo alterado el número 1.
—Es matemática básica. Su muerte salvaría a la de millones.
—El fin justifica los medios— comentó Ocho interrumpiendo la discusión.
—No hacemos estas cosas— dijo Luther firme.
—Ustedes no harán nada, lo haré yo— concluyó ya irritado.
El rubio en un intento desesperado tomó a (T/N) por el cuello de su abrigo y la sacó por la ventana. Cinco apuntó a Luther con el rifle, fue por inercia. Y Ocho disfrutaba la escena bajo su cara de molestia, por lo menos parecía importarle un poco al chico.
—Bájala en este instante— sentenció Cinco hacia Luther.
—Sé que te importa, dame el arma o la dejaré caer.
—Qué buen hermano. Si alguien pasa por debajo tendrá una muy buena vista— explicó cansada.
Inesperadamente, el chico le lanzó el arma al mayor, pero no de una forma apropiada, le dio de lleno en la cabeza. Ocho apareció al lado de Cinco y él la abrazó, ella correspondió confundida.
—Lo siento, Dolores— murmuró mirando al maniquí a espaldas de la chica.
—¿Qué?— preguntó Ocho.
—Nada.
—Sé que sigues siendo una buena persona, Cinco— habló el alto adolorido —Por algo viniste a ayudarnos. Debe haber otra manera.
—Hay una, pero prácticamente imposible.
—¿Más que la que te trajo aquí?
—La Encargada— dijo firmemente.
El plan era simple, utilizar a Hazel y a Cha-Cha para comunicarse con su superior. Utilizarían un maletín falso como método de negociación. Ahora se encontraban en camino, por alguna razón se sentía que algo iba a salir mal.
—Oigan, tengo un mal presentimiento, ¿ustedes no?— cuestionó Ocho entusiasmada.
—Eso no es algo bueno.
Llegaron al punto de encuentro, un poco después también los enmascarados. La joven decidió quedarse al lado de Luther, por lo que no escuchaba muy bien la conversación de los tres.
—Es triste ver el esfuerzo que pone Cinco, sin saber que realmente no se puede evitar— soltó la más baja mirando la discusión distante.
—¿A qué te refieres?
—Si sabes que puedo manipular casi todo, ¿verdad? Obviamente tengo límites.
—No me queda claro tu punto anterior— continuó consternado el rubio.
—Me refiero a que no se puede evitar el apocalipsis, por lo menos no en esta línea.
—Debiste mencionarlo antes, Cinco debe saberlo— habló alarmado.
—Oh, simplemente quería decirlo. Haré que lo olvides en un segundo— finalizó guiñándole un ojo.
En efecto, el Uno no recordaba absolutamente nada de la conversación anterior, magia para unos, cefalea para otra. El chico estaba volviendo con ellos, a lo que Luther se apresuró a preguntar.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Lo que debemos hacer es esperar.
Estaban mirando el horizonte cuando se percataron de un peculiar camión de helados, (T/N) golpeó su frente al notar a los pasajeros. Klaus y Diego iban a cobrar venganza mientras los de traje abrieron fuego. Repentinamente todo se detuvo, sin embargo, para los dos menores no. Ocho fingió estar congelada al igual que el resto, quería escuchar la charla de la famosa Encargada y su querido Cinco.Después de muchas palabras y recuerdos de todos los logros del Hargrevees pensaron en un acuerdo. El trato que habían formulado no le parecía del todo sincero, en los planes de esa mujer, no estaba ayudar a los hermanos. Pero ella comprendía, si cambiaban el apocalipsis de alguna u otra forma sucedería después, era algo que estaba destinado a pasar.
Cinco quitó los cargadores a las armas de los sicarios, también desvió la bala que iba hacia Luther y dio una última mirada a (T/N), después de eso, desapareció con la Encargada. Todo volvió a la normalidad y emprendieron una huida con la menor de conductora.—¿Dónde está Cinco?
—Efectuando el plan, Luther— contó la chica centrada en el volante.
—No sabía que podías manejar— observó Diego desde atrás.
—No tengo 13 años.
—Físicamente sí y eso es suficiente.
—Klaus, deja de hacer señales obscenas, puedes distraer a Ocho.
—Puedo hacer más que señales.
—Alto— casi gritó la joven.
Ocho dejó a sus hermanos y fue directo en busca de Pogo, quería ver si había arreglado a Mamá. Lo encontró dando unos últimos ajustes antes de suturar su piel.
—¿Todo bien?— preguntó al simio.
—Ya he terminado. Grace, ¿cómo te sientes?
—Bien— habló con la mirada perdida.
—¿Recuerdas lo que pasó?— volvió a interrogar Pogo.
—Sí.
—Los niños no deben enterarse de eso, ¿lo sabes, no?
—Sí.
Y (T/N) sólo pudo verla con pena, esto era algo complicado.Está un poquito corto y en realidad ya no es el cumpleaños del bebé, pero me enteré de que había un proyecto a última hora >:(. Una disculpa chiquis, en unos días más vuelvo a actualizar. Love 4 you ;)
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Aphaty | Número Cinco Y Tú
FanfictionSir Reginald Hargreeves los eligió por una muy buena razón: Eran extraordinarios. Sólo que cuando sientes que lo tienes todo, te vuelves engreído. Y cuando sientes que nadie te comprende, llega la indiferencia. Afortunadamente, esos dos lograban ent...