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La mañana llegó al mismo tiempo que la tormentosa alarma del despertador. (T/N) se levantó agitada, había tenido una pesadilla de nuevo. Se teletransportó a la cocina porque le dio pereza caminar. Preparó un desayuno con lo que encontró y se dispuso a comer.

“Debí parecerle una rara a Cinco”— se lamentó por la repentina despedida.

Tomó una ducha para después arreglarse propiamente. El desenredar su cabello era una tarea algo complicada y justo le estaba costando. Unos 20 minutos después, estaba totalmente lista. Acomodó las botas altas antes de salir de su casa, tenía que ir a un lugar en especifico.

Cinco se encontraba vigilando la clínica donde se fabricó, bueno, se fabricaría el ojo dentro de unos días. Sacó a Dolores de la mochila junto a una botella de alcohol, sería una larga misión. Horas pasaron antes de quedar dormido y entrar en una pesadilla. El apocalipsis estaba siendo repetido en la perspectiva del chico, a lo lejos escuchaba el llamado de alguien que conocía muy bien.

—Hola, Cinco— saludó Ocho sentada arriba de él —Te ves pálido, ¿tuviste un mal sueño?

—Qué demonios…

En eso Luther también entró en la camioneta, para la desgracia de el "menor".

—No deberían estar aquí, ¿cómo me encontraron?— dijo ya un poco más centrado.

—Creí que estabas en problemas y aparecí aquí— justificó ella.

La mirada de Cinco se dirigió hacia el número 1, quien señaló hacia la parte trasera de la camioneta, donde Klaus estaba abrazando al maniquí repudiado por la chica.

—¿Podrían darnos privacidad? Mi amiga es algo tímida— una botella fue lanzada hacia él.

—No pueden estar aquí, estoy haciendo algo importante— gruñó Cinco.

—¿Ya encontraste a tu hombre muerto, Cinco?

—¿De qué está hablando?— cuestionó Luther.

—¿Importa? Es Klaus.

—Oye— se quejó la octava —No hables así de él.

—Bueno, ¿qué quieres, Luther?

—Creo que Grace tuvo algo que ver con la muerte de papá. Necesito que vuelvan a casa, es importante— pidió dirigiéndose a los dos.

Ante lo dicho por el rubio, (T/N) tuvo que abrazar a Cinco para disimular su cara de disconformidad, no le parecía que culpara a Mamá, pero las pruebas que había dejado daba hincapié a eso.

—¿Importante? No tienes idea de lo que es importante— habló fastidiado abrazando a la chica, le tranquilizaba un poco.

—Oigan, ¿nunca les conté de la vez que me depilé el trasero con pudin de chocolate? Fue doloroso— contó Klaus.

El disgusto en las caras de los presentes fue reemplazado por una pequeña risa, Ocho admiraba el don de su hermano para quitar la tensión del ambiente.

—Iré por algo de beber, sigan en lo suyo— se despidió ella desvaneciéndose del lugar.

Entró a la tienda cercana directo hacia los refrigeradores, presintió la discusión y no quería ser parte de ella. Tomó un par de botellas de jugo, tanto licor le haría daño a Cinco, iba a ser mejor algo más natural. Escuchó los gritos del guardia que iba detrás de Klaus, trató de ignorarlo, estaría bien. Pagó y salió caminando tranquilamente hacia la camioneta, cuando llegó, Luther ya no estaba ahí.

—Toma— le ofreció la botella al chico —Tan siquiera rebájalo, el vodka es peligroso si lo tomas puro.

Cinco aceptó, estaba afectado por algo y no lo diría fácilmente. Pero convenientemente, (T/N) también leía pensamientos.

Aphaty | Número Cinco Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora