—Muchas felicidades, señorita Weston. Ahora es acreedora de... ¡Un millón de dólares!— anunció el hombre en voz alta, provocando los vítores de la gente a su alrededor.
—Muchas gracias por esta oportunidad —dijo la rubia con emoción, después tomó él micrófono enfocándose a la cámara frente a ella —Tú también podrías ser igual de afortunado que yo, ¡confíen en su suerte, compren boletos de lotería!
El programa se cortó justo después de terminar la oración, provocando un suspiro por parte de la joven. Los reflectores se habían vuelto comunes en su vida diaria gracias a su suerte excepcional. Sólo que... nunca era con la misma identidad ni apariencia. La "Señorita Weston" cobró el cheque en el banco, obviamente no era un millón de dólares. Caminó hasta la zona residencial en la que habitaba y una vez ahí se deslindó de aquella faceta.
—Ya tengo suficiente para unos meses, a dormir —dijo la Hargreeves lanzándose hacia su cama.
La chica estaba triste, realmente no había perfeccionado su habilidad para viajar en el tiempo y gracias a eso habían terminado todos en diferentes años. Los buscaría cuando pudiera sentir la presencia de Cinco.
—Nadie lo está pasando tan mal, quizá estén viviendo una vida "normal" —habló consigo misma —Como sea, esta época apesta.
Se ganaba la vida con lo que Cinco había llamado lavado de dinero, sólo que sin lavarlo realmente. Se podría considerar una estafa, sí, pero era mejor que estar calculando qué tanto impacto haría una riqueza sin sentido.
Desde el primer día en esa situación, (T/N) había estado teniendo problemas con su poder, las migrañas eran constantes si trataba de utilizarlo con frecuencia. Por esa razón también comenzó a llevar un perfil bajo, no quería llamar la atención de las personas a su alrededor.
Se estiró después de despertar de su siesta. Bajó las escaleras en busca del calendario que la estaba volviendo loca. Tiró del cajón suavemente, tomando entre sus manos el manojo de hojas.
—Noviembre —murmuró marcando el día —15 —mencionó ahora con una sonrisa. La presencia de alguien en un callejón le era inconfundible. Iba a indagar más sobre el paradero del castaño, pero el dolor punzante en su cabeza se lo impidió.
Como siempre, la chica empezó a lanzar toda clase de insultos totalmente inadecuados para alguien con su apariencia. Se resignó, llevándose un frasco de píldoras hacia su habitación, tendría que descansar.
A pesar de que llevaba horas mirando el techo, no podía conciliar el sueño. Estaba de mal humor, pero aún así tenía ansias de ver a Cinco, la última vez que lo vio había sido hace meses para ella. No esperaba que su falta de sueño le haría dormir un día entero.
Se levantó sintiendo el frío suelo de la sala, comprobó que sus dolores de cabeza hayan disminuido antes de flotar por los pasillos de la casa. La ventana ya mostraba los tintes rojizos del atardecer, la chica rodó los ojos mientras se hacía un sándwich algo insípido.
Los meses sola no le habían afectado tanto, sabía que sus hermanos estaban "bien", pero no tenía las ganas de lidiar con cada uno de ellos, por eso esperaba a Cinco para que él se frustrara tratando de reunirlos. Se rio sola recordando la cara malhumorada del joven. No lo pensó demasiado, seguía interpretando la situación amorosa de ambos como indescifrable. Después de terminar de comer, se alistó para salir a un lugar que había encontrado interesante.
Ajustó su gabardina antes de entrar a aquel bar sin escrúpulos que le vendía alcohol a menores de edad, era un barrio bajo considerado peligroso, pero no habían muchas probabilidades de que le pasara algo a ella. Se sentó frente al hombre con apariencia de reo más amable que te pudieras imaginar.
—Niña, ¿cómo has estado?
—De la mierda, Niels, como siempre. Sólo que hoy me siento un poco mejor —le sonrió algo ensoñada.
—No me digas... ¿Te encontraste con el adolescente gruñón que mencionas mientras lloras? —cuestionó fingiendo sorpresa —Espero sea eso y no que te volviste carterista.
La chica prácticamente puso en espera la pregunta de su amigo, se levantó por un vaso de cerveza, antes no tomaba nada, pero ese tiempo se había dado la tarea de probar todo lo que tuviera un volumen de alcohol en su envase. Volvió a sentarse en su lugar, plasmando la misma sonrisa tonta en su cara.
—Para tu información, si quisiera ser carterista, sería la mejor —exclamó con propósito de fardar —Y no recuerdo haber llorado.
—Dudo que recuerdes lo que has bebido. Pero ya cuéntame qué te sucede, es raro que llegues y sonrías.
—Ya está aquí. Lo veré mañana —comentó saciando la curiosidad de Niels.
—¿Y qué harán? ¿Jugar al té? No entiendo a los jóvenes de ahora.
(T/N) se levantó dejando un fajo de billetes en la mesa, se despidió ondeando su mano y salió sin más. Probablemente esa sería la última vez que vería a su amigo. Era una buena persona.
Continuó su paseo hasta un edificio aparentemente abandonado. En su interior habían muchas personas junto a un tocadiscos, era una fiesta clandestina. Pasó directo y le disparó a un hombre, entre los gritos y la confusión, salió de ahí tranquilamente. El ahora herido era la persona que asesinó a la mujer de Niels, por eso su amigo se la pasaba en el bar. La justicia no había sido amable sólo porque Nasha era afroamericana. Por eso y más, Ocho se repetía diariamente que esa época era una mierda.
Después de aquel suceso, volvió a su casa para descansar. No se arrepentía de lo que había hecho en absoluto. En su cama, tomó una libreta para anotar todas las posibilidades de errores que les podrían pasar al intentar evitar el fin del mundo que se avecinaba. Contrario a la vez anterior, Ocho no sabía en qué momento sería ni qué lo ocasionaba, por alguna extraña razón no podía ver eventos futuros como normalmente lo hacía.
—Sale más rentable morir —dijo entre dientes después de haber gastado varías páginas en cálculos indescifrables para la mayoría de las personas, ella lo entendía.
Decidió tratar de tranquilizarse para ver a su persona favorita en la mañana. Durmió incómodamente toda esa noche. Eran aproximadamente las 8 am cuando se arregló de una manera meticulosa, quería lucir bien en un día tan importante. Acomodó el vestido de época sonriendo tensamente en el espejo, no le quedaba tan mal.
La puerta de la cafetería se abrió abruptamente, dejando ver a la Hargreeves con una cara soberbia, vio que Vanya se levantaba hacia el teléfono, así que decidió esperar cruzada de brazos en la entrada. Cinco terminó cortando la llamada de la séptima y dándole un discurso de porqué era más importante el fin del mundo que cualquier otra cosa.
«¿Por qué no se me hace extraño?» pensó la chica viendo a sus hermanos a la distancia.
Vanya y Cinco se dirigían a la entrada cuando el chico por fin notó a la menor.
—¿Ocho? —le llamó en voz alta —¿Eres tú, (T/N)? —había un deje de impresión en el tono de su voz, finalizando con una media sonrisa nerviosa.
—¿Quién más? —respondió irónica estirando sus brazos hacia Cinco.
—¿Tú eres mi hermana? —preguntó Vanya confusa por la actitud de los menores.
—Sí, Vanya, por favor no arruines el momento —le imploró la chica aferrándose al Hargreeves.
La joven les dio un poco de espacio, pero el "momento" no duró mucho antes de que comenzara la carga de información de Cinco hacía Ocho. En el camino a su destino, le explicó absolutamente todo lo que había pasado en esos días. (T/N) se enteró de que Vanya no recordaba nada de lo que había pasado y al igual prefirió no impactarla con lo que había hecho, en el fondo estaba agradecida de que estuviera bien.
Tendrían que tomarse el tiempo para ver una pelea.
.
Hola! ',:D
Con todos los contratiempos de mi escuela sumando con extracurriculares, me olvidé completamente de esto. Disculpen si los dejé con la intriga de qué pasará en este fanficquedacringe. Trataré de actualizar pronto, pero no prometo nada :D
Cuídense, muchas gracias por votar chiquis ❤️
ESTÁS LEYENDO
Aphaty | Número Cinco Y Tú
FanfictionSir Reginald Hargreeves los eligió por una muy buena razón: Eran extraordinarios. Sólo que cuando sientes que lo tienes todo, te vuelves engreído. Y cuando sientes que nadie te comprende, llega la indiferencia. Afortunadamente, esos dos lograban ent...