Maniax! || Gotham || Jerome Valeska

8. Arkham

Jerome fue el primero en ser interrogado, salió de la sala bastante rápido, pero obviamente no he podido preguntarle nada aun, igualmente tampoco está aquí, ya que al ser el hijo de la víctima el detective ha pedido que lo llevaran a casa en patrulla.

— Háblame de Lila, ¿Por qué alguien la querría muerta? – pregunta el detective, segundos después de sentarme en la silla.

— No lo sé, James. – respondo, mis brazos se encuentras cruzados sobre la fría mesa de la sala.

— Dime Jim, por favor. – asiento, entonces continua. – ¿conoces a alguien que tuviera algún problema con ella?

— Lila se acostaba con bastantes hombres, tal vez alguno no estaba bien de la cabeza y la mato. Sinceramente, no se me ocurre nada más para decirte que sea útil. – asiente.

— Jackson Domas, es tu padrastro ¿cierto? – frunzo en ceño.

— Así es. ¿Por qué pregunta?

— Tengo entendido que es uno de los hombres que estuvo con Lila, ¿puedes confirmarlo?

— ¿Por qué no se lo pregunta?

— Te lo estoy preguntando a ti. – responde con tono firme.

— Si, creo que sí. ¿Y qué?

— Son solo preguntas, señorita Baker. – suspira. – Tengo una última pregunta, por lo que he visto, eres cercana al hijo de Lila, Jerome. ¿Cierto?

— Si, somos amigos. – me acomodo mejor en el asiento.

— ¿Podrías decirme como era la relación entre ellos dos? – entrecierra los ojos.

— Buena, supongo. – me encojo de hombros.

— ¿A Jerome no le molestaba que su madre tuviera tantas parejas? ¿Nunca dijo nada?

— No creo que le molestara, o al menos nunca dijo nada. – miento. El detective asiente.

— Ya veo. No tengo más preguntas para hacerle. – dice con una sonrisa amable. – puede retirarse.

— Claro. – asiento y sonrió hacia el a modo de despedida, me levanto de la silla y salgo de aquella sala.

Mi padrastro aún no ha pasado, y es el quien se supone que me llevara de regreso, pero no quiero esperarlo, y tampoco ir con él.

Por lo que decido irme por mi cuenta.

(**)

Estoy llegando a casa, veo a Jerome sentado en el pasto de una colina a las afueras del circo.

Él no me ha visto, parece estar pensando.

Subo, y me siento junto a él, quien continúa mirando hacia el lago que se encuentra más allá de la carretera.

— ¿Cómo estás? – pregunto ante su silencio.

— ¿Qué preguntaron? – pregunta ignorándome. Aún sigue sin mirarme.

— Cosas sobre tu madre, y también pregunto cómo te llevabas con ella, le dije que suponía que bien, que nunca me dijiste nada realmente. – voltea para observarme con ojos oscuros.

— ¿Nada más? – pregunta desconfiado.

— Si, Jerome, les dije que tú la mataste. – digo en un arrebato de coraje, pero en seguida me arrepiento, no es momento para bromas así.

Su rostro queda serio por unos segundos, creo que lo he molestado, pero, de repente, sonríe.

— Solo preguntaba, no te pongas así.