I.

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Esa mañana de otoño estaba bastante fría y la espesa capa de neblina empañaba los vidrios de su auto, no es el vehículo más lujoso pero al menos aún sirve para transportarse. Bajó un poco los vidrios cuando vio que el interior del auto se había llenado del humo de su cigarrillo, mismo que servía como su desayuno, además de que lo ayudaba a entrar en calor y a pasar más rápido el calvario en el que ahora se encontraba.

Continua fumando tranquilamente y revisando su teléfono, sigue bajando la pantalla desinteresadamente con su dedo índice cuando aparecen ante sus ojos las nuevas fotos que acababa de publicar LuHan, ahora mismo estaría viajando en un crucero a la Bahamas acompañado de SeHun, su esposo, quien es también su mejor amigo desde hace años. Aún no puede creer que LuHan lo eligiera a él, ¿Qué tiene SeHun que él no? El es más alto, más guapo, pero de ahí en fuera no tiene nada bueno ni de peso suficiente para decir que es superior, tal vez es por que SeHun es inteligente, es un buen hijo, buen amigo y hermano, sus padres están en una posición económica mucho mejor que la suya y el se hará cargo del negocio familiar cuando regrese de su luna de miel con el chico que le gustó por casi 4 años.

Con molestia apagó la colilla en el tablero y la arrojó al suelo del auto, justo donde están un par de colillas más. Que irónica es la vida, el que siempre fue el chico popular de la escuela, rodeado de amigos, viviendo su vida al máximo entre sexo, drogas y alcohol, de fiesta en fiesta, sin preocupaciones por el futuro, a sabiendas de que su padre era un buen proveedor, siempre estaba metiéndose en problemas, todo por hacerle más caso a su instinto impulsivo en lugar de a la razón, ahora estaba ahí, en el estacionamiento de ese viejo colegio gótico, de mojigatos adinerados para enseñarles música, aún no entiende como fue que se metió en eso, solo recuerda que en su única entrevista de trabajo dijo que sabía tocar la guitarra, entonces esa mujer anciana y con hábito negro le dijo que estaba contratado, así de fácil, así como si no fuera nada contratar a alguien como el.

Frustrado se talló la cara una y otra vez, deseando con todas sus fuerzas regresar a esas buenas épocas, pero en el fondo sabe que no va pasar, en medio de sus ilusos pensamientos es interrumpido por un fino golpeteo en el vidrio que lo hace saltar sobre su asiento.

-Profesor Park, no esperaba que fuera tan puntual.- la extraña anciana con hábito esta ahí, sonriéndole con bondad, mismo que le hace tener escalofríos,  y ahora le hace una seña para que la siga. -Venga conmigo, vamos hablar primero en mi oficina.-

Bajó del auto arreglándose el cuello de su camisa, es de las pocas cosas formales que posee en su guardarropa, sacudió un par de veces su chaqueta negra de cuero para quitarse un poco las cenizas que han caído mientras desayunaba, camina derecho, repitiendo en su mente como una mantra que todo esta bajo control, va detrás de la pequeña mujer que esta ligeramente encorvada, se mueve con tanta calma y eso le hace sentir, no se dio cuenta o quizá solo fingió no ser testigo de todo el humo que salía de su auto, como si le estuvieran quemando los pies al diablo. En fin, si ella no decía nada, entonces ahí no había sucedido nada.

-Dígame profesor Park, ¿Cuáles son sus expectativas del colegio?- le dijo una vez que le tuvo de frente ante su enorme escritorio, toda la oficina parecía ser una bastante normal, a excepción del crucifijo en la entrada.

-¿Expectativas? Pues, un horario corto y una paga alta.- río divertido, pero la mujer lo seguía mirando de forma serena y con una ligero esbozo de sonrisa, no parecía muy lista, o  solo no tenía el mismo sentido del humor.

-Eso último delo por hecho que lo tendrá, ahora yo quiero decirle las expectativas que el colegio Santa Lucía tiene de usted.- la monja se acomodó mejor en su asiento. -Primero que nada, en este universidad la ciencia y la religión van de la mano en una misma dirección, aquí forjamos hombres de bien que retribuyan a la sociedad todo lo que esta les ha prestado. Por eso es fundamental que no solo nuestro cuerpo estudiantil fortalezca su espiritualidad religiosa, si no también el personal y eso lo incluye señor Park.-

Profesor ParkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora