Capítulo 7

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«Problemas y romances.»

A pesar del revoltijo de sentimientos que lo acechaban, se permitió abrazarla, dando caricias suaves y pequeñas a la espalda de la mujer que seguía sobre él.

—Si lo que dices es cierto, déjame ayudarte, por favor.— murmuró, había intentado mirarla, pero se encontró con el cuello de la chica. Respiró profundamente y se inundó del olor bastante agradable para él, escapando de su ensoñación cuando la oyó de nuevo.

—Solo... No me dejes sola hoy, te lo suplico.— dijo ella con la voz hecha trizas, aquello era un ruego, casi una imploración y lo sabía solo porque sus manos se aferraban con fuerza a él.

Tomó sus brazos con cuidado de no hacerla sentir mal o dañarla, y consiguió alejarla lo suficiente de su cuerpo hasta lograr verle la cara, empapada por el llanto. ¿Podría ser que se estuviera volviendo blando? En esas circunstancias, le importaba un demonio el ver que su firmeza era doblegada por solo una mirada suya. Aguantó la respiración cuando sintió que sus dedos rozaban la piel suave de su rostro, con más afecto del que había previsto.

—Te aseguro...— calló un segundo al sentir que la pelirroja se calmaba poco a poco ante el tacto.— Te aseguro que, mientras esté con vida, estaré contigo en cada momento que me necesites. Incluso cuando creas que no, estaré a tu lado, cuidándote.

Kushina dejó caer dos pares de lágrimas más, que él se encargaría de borrar con la yema de sus dedos. Las últimas lágrimas de la noche, porque él no dejaría que volviese a llorar en su presencia.

—¿Y qué pasará si nunca consigo estar bien conmigo misma? ¿Si nunca puedo sentirme tranquila al estar sola?— refutó, y trató de dejar de lado aquella negatividad que había consumido los pocos rastrojos de su antigua personalidad aguerrida y fuerte.

Aquella Kushina que había crecido creyendo que todo mejoraría ya había quedado enterrada, y en su lugar, la reemplazaba una mujer llena de traumas e inseguridades, ¿tenía ella la culpa de algo? ¿O por qué se habían empeñado en dañarla tanto?

Contrario a lo que esperó, Minato le regaló una sonrisa tan tranquila que la aturdió por un segundo.

—Te ayudaré a hacerlo, no importa cómo, y si no vuelves a sentirte tranquila, bueno, en ese caso, tendré que quedarme contigo toda mi vida.

Pestañeó un par de veces, pensando que había sido una mala jugada de su mente. ¿Alguien se quedaría con ella para siempre? Eso era algo bastante imposible, y lo sabía, estaba consciente de ello, y, aún así, él no despegaba sus dedos de su piel, transmitiendo una confianza absoluta.

¿Por qué se sentía tan cómoda con él? ¿Y por qué sus palabras conseguían hacerla sentir bien?

—¿De qué... estás hablando?— alcanzó a formular, con el asombro impregnado en su hablar.

—Te acabo de decir que me quedaré a tu lado hasta que no me necesites más, ¿no es así? Cuidaré de ti y te protegeré con mi vida, puedes darlo por hecho.

La mano más delgada fue a parar sobre la suya, los dedos de la fémina estaban helados, era un viejo hábito que tenían sus manos. Ella lucía una incertidumbre que no le gustaba.

—Acabas de decirme que confías en mí, hazlo ahora.— por más que sus palabras parecieran imperativas, lo reflejado en ellas era un favor, no una exigencia.

—Lo hago, te creo hasta la última palabra.— respondió luego de un par de segundos en silencio.

Él le volvió a sonreír. Solo y únicamente a ella. Por algún motivo, el saber eso le hacía sentir una calidez que no había acostumbrado a presenciar en ella.

A million men || Fanfic MinaKushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora