Capítulo 3

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«Entre la espada y la pared»

Rin no estaba en una situación muy diferente a la de su amiga pelirroja. Amarrada, con una cinta cubriendo sus delgados labios y evitando que pudiese gritar o generar ruido alguno que llamase la atención. Habían tardado en desalojar el lugar por culpa de ambas chicas, por lo que los hombres que la escoltaban no estaban precisamente muy contentos con ella, debía tener cuidado o eran capaces de matarla en ese mismo momento.

Buscaba cualquier cosa que pudiera ayudarla, ¿pero qué podía salvarla? Tenía las manos atadas, la boca sellada. Solo un verdadero milagro lo lograría. Pero no tiraría la toalla tan fácilmente, habían golpeado a Kushina por defenderla, no podía ni quería darle la espalda a la Uzumaki.

Sentía el frío del atardecer calando por sus huesos, un ambiente frívolo la envolvió, una explosión sorda la asustó, antes de darse cuenta y poder voltear la vista, encontró que el sonido estremeciéndola no eran solo de unos disparos cerca a ella. Golpes en seco, gritos desesperados. Todo eso, y una mujer pelinegra corriendo hacia ella, que llegó estrechándola entre sus brazos brindándole seguridad.

¿Qué acababa de pasar?

Diez minutos antes...

Mikoto y Fugaku habían decidido revisar el ala este de la guarida, que en su interior parecía más un laberinto que cualquier otra cosa de lo grande y fácil de perderse dentro de ella que resultaba. Oían los reclamos de algunas mujeres que suplicaban por salir de las rejas  de una prisión subterránea en donde estaban encerradas, pidiendo la libertad tan ansiada que parecía estar tan cerca en esos momentos. El Uchiha estaba planteando una manera de sacarlas lo más rápido posible.

—¡Ayúdenos, por favor!— gritó una castaña.— Pusieron algo antes de irse, como una alarma, estamos aterradas.

Fugaku boqueó de la sorpresa, y recién comprendió la razón del pitido exasperante y continuo que inrrumpía sus tímpanos. Diez segundos. Solo tenía diez segundos para sacarlas o si no...

—¡Mikoto, sal de aquí!— gritó, a la vez que tiraba con todas sus fuerzas las barreras.

La Uchiha entendía la situación, pero estaba consternada, ¿irse y dejarlo ahí? Ni loca, tenían que sacarlas antes de que sucediera una tragedia mayor. Omitió su pedido y apuntó con su arma al cerrojo.

—Hazte a un lado.— respondió ella, con la mirada fija en su objetivo.

Uno, dos, tres disparos y no cedía el seguro. Cuatro y cinco, el cerrojo terminó por abrirse.

Muy tarde.

¿Cuánta diferencia de tiempo había pasado entre el último tiro y el resonante estallido que había terminado por tirar hacia un lado la puerta de acero? Podía ser solo un milisegundo. Solo una fracción diminuta de tiempo que se había tardado. Ella no reaccionó rápido, quien sí lo hizo fue Fugaku, lanzándose encima de ella para evitar que los estragos de la explosión en el lugar lograran hacerle daño alguno, protegiéndola.

Incluso así había recibido un golpe que la aturdió, y un hilo fastidioso invadía su oír, pero se incorporó a perturbarse con la vista que tenía.

Su novio estaba aferrado a ella, todavía afectado por lo sucedido, y seis cuerpos inertes de las mujeres que habían estado cautivas en esa habitación.

A million men || Fanfic MinaKushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora