Extraña (Doflamingo x reader)

3.6K 200 21
                                    

La casa de subastas del archipiélago Sabaody era suya, pero él no se encargaba de ella personalmente. Siempre lo hacía a distancia a través de una persona, sin involucrarse por completo, como una perfecta mente maestra. No le importaban los esclavos, solo los beneficios y las buenas noticias que esa persona le daba, hasta ese momento.

Doflamingo estaba leyendo tranquilamente en el interior de su palacio, cuando recibió una llamada a uno de sus numerosos Den Den Mushi.

—¿Qué quieres? 

—H-Ha ocurrido algo muy extraño, Mister Doflamingo —respondió Disco—. U-Un esclavo acaba de dejar inconscientes a varias personas.

El rey de Dressrosa cerró el libro con un ruido sordo y lo dejó sobre la mesa, pasando a tener entre sus manos el Den Den Mushi por el que estaba hablando.

—¿Inconscientes? —preguntó.

—Sí. De repente varios esclavos y trabajadores se han desmayado.

Una sonrisa se abrió paso entre sus labios. Esa respuesta confirmaba sus sospechas.

—¿Y ese esclavo ha escapado, Disco-kun? 

—N-No. Sigue encerrado, y no ha intentado nada más.

Doflamingo comenzó a reírse al escucharlo. La situación no podía ser mejor para él. Por el contrario, la persona al otro lado de la llamada no pensaba para nada igual.

—¡¿M-Mister Doflamingo?! ¿Qué quiere que hagamos?

Su risa se detuvo, y fue seguida de un breve silencio.

—Ponle en una celda distinta y alejada del resto. No lo vendas —ordenó—. Quiero comprobar una cosa.

—Entendido.

La llamada finalizó, y de nuevo la sala del palacio real volvió a llenarse de su maliciosa risa.



~~~~ ☆ ~~~~



Pocos días después de la llamada, Doflamingo se presentó en la casa de subastas. Estaba ansioso por ver a ese esclavo, pero antes de hacerlo entró en el despacho de la persona bajo su mando.

—M-Mister Doflamingo. Qué alegría verte aquí tan pronto.

—¿Dónde está el esclavo?

—Está en una celda aparte, tal y como ordenaste —contestó, y tras una breve pausa, puntualizó—: En estos días nos hemos dado cuenta de algunos detalles.

—¿Qué detalles, Disco-kun? 

—No abre los ojos, y tampoco responde a nuestras preguntas. 

Esa extraña información hizo que su rostro dejara de expresar diversión y pasara a mostrar seriedad.

—Muéstrame al esclavo.

—Sí, Mister Doflamingo.

Siguiendo su orden, Disco guió a su superior hasta la celda separada. Nada más ver al esclavo en cuestión, Doflamingo se detuvo. 

—¿Una mujer?

Su voz resonó en el lugar, pero ella no pareció inmutarse. 

Tras recuperarse de la sorpresa, él se acercó a la celda para verla mejor. Estaba encadenada, sentada con la espalda apoyada, y con su cabeza dirigida hacia la pared de enfrente, sin mirarla, con los ojos cerrados. 

One Piece One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora