Condena (Akainu x reader)

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Lo último que recordaba ( ___ ) era estar luchando contra unos piratas, que estaban atacando a las personas de la isla en la que estaba. En algún momento de la lucha se había quedado inconsciente por la acumulación de heridas y la perdida de sangre. Lo sabía, y por eso no esperaba siquiera despertar para ver un nuevo día. Sin embargo allí estaba, tumbada sobre una cama de hospital en una habitación de paredes blancas. 

Nada más despertarse, ella intentó sentarse sobre la cama, pero el dolor solo la permitió recostar su cuerpo. Después, inspeccionó con la mirada el lugar donde se encontraba y los vendajes que la cubrían casi por completo. Seguía sin saber qué había pasado tras perder la consciencia, pero sus alrededores le aseguraban algo. Alguien había intervenido en la lucha y la había salvado. 

Conocía a  varias personas capaces de hacer algo así. No obstante, había un detalle que delataba la intención de sus salvadores; una de sus muñecas estaba esposada a la cama. Solo conocía una organización capaz de hacer algo así en aquella situación. La marina.

Una hora más tarde, una enfermera entró en la habitación para comprobar su estado y cambiar sus vendajes. ( ___ ) permaneció en silencio todo el tiempo, observando con atención a la mujer. Su cara y vestimenta le eran familiares, lo que no auguraba nada bueno. Tal y como pensaba, había sido salvada por la marina.

En cuanto la mujer salió de la sala, ( ___ ) continuó mirando la habitación, fijándose en el equipo médico que la rodeaba. Solo conocía un lugar que pudiera contar con una o varias habitaciones con tantos medios, el nuevo cuartel general. 

"Justo el lugar al que menos quería volver", pensó, a la vez que daba un fuerte puñetazo a la cama. Era solo una sospecha, pero tenía gran probabilidad de ser verdad, y si así era, no tenía opción de escapar.

De repente, un crujido la sacó de sus pensamientos. La puerta. La enfermera había avisado a alguien de que ya estaba despierta. Aprovechando los pocos segundos que tenía antes de que la persona entrase, ( ___ ) enfrió su mente y eliminó toda emoción de su rostro; aunque no sirvió de mucho. Él solo necesitó dar un paso dentro de la habitación para que su mirada se llenara de hostilidad.

—Akainu —gruñó.

—Veo que te has despertado de buen humor, ( ___ ) —comentó, cerrando la puerta.

Pretendía acercarse a la cama en la que ella estaba tumbada, pero en cuanto  vio el odio en sus ojos, optó por permanecer a cierta distancia.

—Déjate de tonterías. No es propio de ti —soltó ella—. ¿Qué es lo que quieres? 

—Quiero hacerte una oferta.

Ella abrió más los ojos al escuchar sus palabras. 

—¿Hacerme una oferta? —contestó, mirando a las cadenas y después a él—. ¿Y por eso estoy encadenada a la cama? 

—Eso es solo una precaución. 

—Sí, claro —añadió, poniendo los ojos en blanco.

—Cierra la boca y escucha lo que tengo que decir, ( ___ ).

—¿Por qué debería hacerlo? Ya no estoy bajo tu mando, Akainu.

Él apretó los puños con fuerza intentando contener su enfado, que logró controlar con rapidez. Habían pasado muchos años desde la última vez que habían hablado,  pero recordaba perfectamente la personalidad de la chica. Andarse con rodeos no era una opción a la hora de dialogar con ella.

—Quiero que vuelvas a la marina —anunció.

En lugar de contestar ella permaneció en silencio, mirándole fijamente. Parpadeó varias veces, con la esperanza de que todo fuera una ilusión. Para su desgracia, no lo era.

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