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No solo hubo una tormenta en la ciudad, también en mi cabeza

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No solo hubo una tormenta en la ciudad, también en mi cabeza.


—Hija, ¿estás bien? —mi padre abrió la puerta con su llave y entró a la habitación con una linterna en la mano.

—Mmh. Sí. —contesté aun estando medio dormida.

—Un árbol se cayó al final de la calle y se fue la luz. —eso explica por qué trae la lámpara— Si necesitas algo, me avisas.

Solo hice un sonido de afirmación y se fue cerrando la puerta.

Me había despertado por nada, giré mi cabeza para mirar la hora en la pantalla de mi celular.
3:27
¡Genial! Ahora no puedo dormir.

Escuché ruidos fuera de la ventana. Caminé hacia ella y me asomé, pude ver a varios vecinos en medio de la calle.
Son unos chismosos.

Negué, iba a cerrar la ventana y volverme a meter a la cama cuando miré la casa del otro lado.
Si Caleb me hubiera visto mirando a la calle, me hubiera llamado chismosa.

No pude evitar dejar escapar una risa seguido de un suspiro.

Dejé la ventana abierta, tal vez un alíen podría llevarme de aquí.

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—Buenos días. —hablé en cuanto vi a toda la familia sentada lista para desayunar.

—Que bien que bajaste. Aquí tienes. — mi madre colocó un plato lleno de espagueti frente a mí.

Creo que pensó que no he comido en días.

Nadie abría la boca mas que para comer. El golpeteo de los utensilios al chocar con el plato ya me estaba estresando.

Si nadie decía nada, yo lo haría. Cualquier conversación sería mejor que seguir en un silencio incómodo.

—¿Ustedes estaban despiertos cuando el árbol cayó? —miré a mi mamá, era a la que tenía enfrente.

—No. El señor Woosh tocó la puerta para preguntarnos si estábamos bien. —contestó papá, ya que mamá estaba pasando bocado.

Asentí.
El señor Woosh es el vecino más viejito de la colonia, vive con su esposa y un gato que a veces viene para que le demos de comer.

El claxon de un coche se hizo sonar, fruncí el ceño.

—¿Esperan a alguien? —cuestioné

—Es la señora Brong, llevará a tus hermanos a la escuela.

Alex y Tom le dieron un último sorbo a sus jugos y salieron del comedor.
La puerta se escuchó siendo cerrada.

Luego de eso, solo quedamos mis padres y yo en el comedor, en completo silencio, otra vez.

—¿Tienes planes para hoy? —papá rascó su nunca, trató de hacer platica, pero su pregunta no fue muy buena.

El otro lado de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora