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El viento barre hasta con los sentimientos

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El viento barre hasta con los sentimientos

Los golpes en mi puerta hicieron que abriera los ojos. No entraba nada de luz a la habitación lo que era extraño porque debían ser como las diez de la mañana.

—Señorita, Hat. —volvieron a tocar. Emití un sonido para que supieran que estaba despierta.
Pero parece que no le bastó ya que volvieron a tocar.

Salí de la cama y le abrí a quien fuera que estuviera tocando.

—¿Qué? —hablé de mala gana, entenderán que despertarme temprano no es algo mío.

—Perdón por despertarla, —comentó una empleada vestida de azul y con una coleta en cuanto me vio, tal vez pensó eso al verme despeinada.— El desayuno se termina en media hora, si no come ahora tendrá que esperar hasta las cuatro.

—Creí que ustedes traían el desayuno.

Supuse que debían hacerlo, sino ¿Cómo sabrían que cómo bien? Aunque, la verdad, prefiero ver yo misma la comida, no vaya a ser que me den otro pan verde.

—Así es. Pero tenemos un sistema en donde la primera semana el desayuno lo escogen ustedes y después nosotros hacemos una dieta basada en lo que necesitan y lo que les gusta.

Asentí.
Nunca he estado en un lugar como este así que supuse que es algo que hacen.

—Ahora voy.

La señorita sonrió y se marchó, doy gracias porque no vino la señora de anoche.

—Yo que tú, iría de una vez, lo bueno siempre se acaba antes.

—¡Oh, santa...!

—No termines esa frase, jovencita. —estaba cruzados de brazos y negando divertido.

—Tú...

—¿Sigo aquí? Sí. ¿Creíste que había sido un sueño, ah?

—Tal vez.

—Soy tan real como que te ves espantosa al despertar.

Fuí hasta el pequeño baño para enjuagarme, estaba sucio. Hice una mueca de asco y le abrí al grifo, cayó poca agua pero con esa me lavé la cara y la boca.

Levantaré una queja después.

—Vamos. —estaba por salir de mi cuarto pero Caleb me detuvo.

El otro lado de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora