14

182 50 42
                                    

Mil palabras se las podrá llevar el viento, pero un sentimiento prevalecerá con el tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mil palabras se las podrá llevar el viento, pero un sentimiento prevalecerá con el tiempo.

Los pasos que Caleb daba por toda la habitación comenzaba a hacer eco, me molestaba, pero Sebastian no lo notaba. solo podía ver mis expresiones de incomodidad. Seguía mirándome a los ojos, esperaba una respuesta que nunca le daría.

-Estoy aquí para ti, cualquier cosa que necesites me lo puedes decir. -tomó mis manos entre las suyas, talló su pulgar por toda mi palma de la mano. Sentí cosquillas, y comenzaron a darme ganas de reír; Caleb seguía con su mirada de enfado y parecía gritar con alguien pero sin abrir la boca, gruñía y gemía improperios para sus adentros.

-Creo que deberías irte. -enfurecí, no quería hablar con nadie sobre esto y mucho menos con él. -Como ya te dije antes, me gusta hablar sola y eso fue lo que escuchaste.

-Caty... -arrastró mi nombre cuando comencé a empujarlo hacia la puerta.

-Y por favor, no me llames así. Solo algunas personas pueden hacerlo y preferiría que tú no lo hicieras.

-Lo siento. - trató de volver a tomarme por los hombros. -Pero en serio creo que si hablas conmigo te sentirás mejor. Si quieres podemos ir por las mañanas al patio y charlar.

-No, no quiero. Te veo luego en el comedor. -terminé de empujarlo por completo y le cerré la puerta en la cara. Cuando volteé Caleb ya me miraba con los brazos cruzados.

-¿Qué? -le cuestioné.

-Tal vez deberíamos asegurarnos que no haya nadie cerca antes de hablar.

-¿Quieres que mire a todos lados como si fuera una criminal tratando de ocultarse?

-No. Pero, si te siguen viendo hablar sola pensarán que estás loca.

-Hablo con mi mejor amigo muerto, no creo que pueda importarme que me crean loca.

🧩

Miraba por la ventana mientras masticaba la manzana que me había traído Sebastian, podía escuchar los pequeños trozos siendo partidos.

-Ya casi es tu cumpleaños. -habló Caleb, que hasta el momento se había quedado callado acostado en el suelo.

-Sí, pero ahora no parece tan importante.

-¿Cómo dices? Son dieciocho, siempre quisiste ser mayor de edad.

-Lo sé, pero ya no le veo sentido. Es sólo un número más. Un cumpleaños más, la única diferencia es que tú ya no festejarás conmigo.

-Pero si aquí voy a estar.

-No como yo quisiera.

Se levantó del suelo, sacudió cualquier pelusa que tuviera en sus pantalones, y se sentó a mi lado.

-Será diferente, no podrán verme los demás, pero podré verlos a todos juntos.

-Me duele que no puedas abrazarlos, y me dolerá que no me empujes al pastel.

-Odiabas eso.

-Todo mundo odia eso.

-¿Entonces porqué vas a extrañar eso?

-Porque... -dejé el pedazo de manzana a un lado-. Desde siempre, en todos mis cumpleaños, me empujabas contra el pastel. Me enojada demasiado y mi nariz se llenaba de chocolate por completo, pero sabía que estabas ahí para jugarle cualquier broma y luego todo estaría bien de nuevo.

Las miradas de ambos se encontraron por sí solas, queriendo verse para no perderse.

-Se había vuelto como una tradición, ahora no sé cómo lo haré sola.

-Para eso están tus hermanos, estoy seguro que uno de ellos estará feliz por embarrarte de pastel.

Nadie habló por un rato; miraba la alfombra del piso sin parpadear, la mano de Caleb se fue acercando de a poco a la mía.
La fue deslizando cada vez más hasta que ambas terminaron entrelazadas.

-¿Crees que podría seguirte viendo después de que salga de aquí?

- Ya hemos hablado de esto antes.

-Lo sé. Sé que estando en casa tendré a mi familia, pero no estaré completa sin ti.

-Escuchame, yo siempre estaré contigo ¿está bien? No importa si no me ves o no me escuchas, jamás me apartaré de tu lado.

-Podré saber que estás ahí, pero no será lo mismo, es como si te volvieras a ir. Y no podría soportar eso, no de nuevo.

Comencé a recordar el funeral de la hermana de Caleb; ambos esperábamos sentados frente al ataúd, creímos que sólo dormía y que no tardaría en despertar.
En ese momento ambos teníamos tan solo cinco años, tan inocentes para saber que no volvería. Nunca sabes cuando una persona se irá, sólo te das cuenta cuando empiezas a extrañar su presencia.

-Deja de pensar en eso. Mejor hablemos de qué quieres tu pastel.

Dejé de mirar a la nada y volteé para mirar su perfil, parecía que sus padres hubieran rezado demasiado para pedir un hijo con tal atractivo.

-Chocolate, como siempre.

-Pero ¿con qué diseño? El año pasado fue de Jorge el curioso.

-¡Eso no es verdad! -exclamé y él comenzó a reír. -El de Jorge fue el antepasado, el año pasado fue de Dora la exploradora.

-Como sea. ¿De qué lo quieres esta vez?

-Ni siquiera he pensado en eso, tal vez sólo sea con un feliz cumpleaños escrito con fresa.

-Wow, ¿qué? Pero sí ya es una tradición tener una caricatura en el pastel.

Movió las manos en un gesto tratando de imitar lo que le había dicho hace unos momentos.

-Bueno, después de todo ya seré mayor de edad. -volvió a mirar hacia la ventana y suspiró. -Las ganas de seguir siendo yo murieron contigo. -dije, pero sólo para mí.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El otro lado de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora