23

3.3K 141 1
                                    

MATEO

❁══════❁

Decir que todos están borrachos se queda corto, todos menos Melissa y yo, pero ella se ha tenido que ir porque mañana madruga.

En realidad no sé porque sigo aquí, por lo que subo rápidamente al piso de arriba a por mi móvil, que estaba cargándose.

Entro en uno de ellos, lo agarro y miro la hora, agradezco el hecho de que mi padre y Emi vayan a pasar la noche en casa de mi tía Laura.

Estoy al final del pasillo cuando escucho arcadas, una detrás de otra.

Fijo que es ella.

Espero en la puerta a que termine y cuando oigo la cadena entro.

— Arriba — le tiendo la mano y la agarra.

La llevo a una de las habitaciones, se sienta en la cama.

— ¿Cómo te encuentras?

— Fatal — confiesa.

— Deberías parar esto — no obtengo respuesta por lo que continúo. — Los dos sabemos que está no eres tú.

Se empieza a reír pero es una risa amarga.

— ¿Qué te hace tanta gracia?

— Lo hipócrita que puedes llegar a ser — me mira. — ¿Qué no me destruya de esa forma? ¿Te recuerdo lo que ha pasado para que te cuadre más?

No le respondo.

— Me dejaste con una excusa de mierda... ¿Le echaste el ojo a Melissa y deseabas librarte de mí?

— No sigas por ahí.

— Tuviste que llegar con tu jodida sonrisa a romper algo que ya estaba roto.

Sin mirarme se levanta con la intención de marcharse pero me interpongo.

— Espera, no te vayas así.

Alza la vista y me empuja a un lado, dejándome así con la palabra en la boca.

DAFNE

❁══════❁

Salgo de esa habitación dispuesta a irme a casa.

Necesito saber la hora pero mi móvil está abajo y a cada paso que doy mi mareo aumenta así que decido pararme.

Me apoyo en la pared y me deslizo hasta el suelo, me encuentro jodidamente mal.

Apoyo la cabeza en la pared, me tapo la cara con las manos y escucho pasos acercándose a mí.

— No puedes ni dar dos pasos seguidos.

Como no, es él otra vez.

— Lárgate, estoy bien.

— No pienso irme a ninguna parte, ¿vale?

— ¿No tienes clase mañana? ¿Qué haces aquí? — insisto.

— Intentar que no te mueras, ¿no te parece suficiente explicación?

— ¿Qué hora es? — sé que no se irá así que decido cambiar de tema.

— Las cuatro y veintisiete.

Mierda, no puedo ir a casa a estas horas y menos en ese estado.

Dormiré aquí mismo.

Me levanto y entro en el cuarto más cercano.

— ¿Qué haces? — cuestiona Mateo entrando detrás mía.

— Me quedaré aquí — explico quitándome los zapatos.

— ¿Estás loca?

— No, y si no te importa me gustaría dormir — le echo sutilmente.

Se me queda mirando un largo rato.

— ¿Qué? — pregunto ya cansada.

— No te pienso dejar sola.

— ¡Pues no lo hagas, buenas noches! — me tapo hasta la cabeza.

Mateo se quita los zapatos, supongo que se acostará en el sofá que hay al lado de la ventana.

No pasa mucho rato cuando me quedo dormida.

٭٭٭

Siento como un lado de la cama se hunde, abro un ojo y lo pillo con medio cuerpo ya dentro.

— Ni se te ocurra.

Se tumba del todo y me mira.

— ¿Qué pasa? — está sonriendo el muy capullo.

— No, ¿¡qué te pasa a ti!? ¡Vuelve al sofá!

No puedo evitar pegarle un repaso con la mirada, se ha quitado la camiseta.

— Veo injusto que tenga que ser yo el que duerma allí, además esta cama es muy grande.

No voy a poder estar en un sitio limitado sin poder tocarle.

— Como quieras, habitaciones aquí sobran — me levanto.

— Buenas noches reina — ríe a mis espaldas.

— ¡Qué te den! — exclamo ya en el pasillo.

en mis venas; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora