Fantasías de Jazba.

Séptima Fantasía. Glacé.

Saboreé aquel helado de chocolate amargo como si fuera el primero en años, formaba un exquisito y delicioso bioma adhiriéndose a mis papilas gustativas. Al lado mía escuché a mi novio reirse, me miraba divertido, observando como yo me deleitaba con la pequeña cucharilla que estaba usando. Los colores afloraron en mis mejillas, exponiendome como de costumbre. "¿Qué estás haciendo?" preguntó seguido de una carcajada.

"Disfruto.", "Ah, ¿sí? ", "Sí". Con la cucharilla  ahora vacía cabé un agujero en la tarrina y le compuse una montaña de helado, que posteriormente me llevé a la boca mientras le miraba ceñuda. "A ver, deja" Me quitó el cubo de las manos antes de que pudiera rechistar y enterró un dedo en él. Lo sacó cubierto de aquella delicia y se lo llevó a la boca pensativo. "Hmm mm..."
Aún con el cubierto en mi boca me incliné hacia él y le dije un "devolveme mi hedado". "No, no quiero, ahora es mío" rió él resistiendose. "¡Noo!"

Estábamos en un sofá mediano de unas tres plazas, en el salón de mi casa. Un tablero con las letras amarillas llamantes de un juego estaba sobre el baúl de en frente. Hacía una calma-chicha acogedora, culpable de mi capricho por el helado.

Puse una mano sobre su muslo, inclinandome cada vez más sobre su fórnido cuerpo, acercando nuestros músculos con la sencilla escusa de recuperar mi postre. Nos quedamos un momento callados, perdidos en la mirada del otro. Él abrazaba la tarrina contra su costado. "¿Quieres más?" preguntó sin esperar respuesta, su falange se adentró en el chocolate y después inició rumbo hasta mis labios, pintándolos de un color marrón.

Me miró sonriente, con la puta sonrisa más bonita y tierna del mundo, provocando en mí la pequeña duda de "Si esto es real... ¿por qué no puedo parar el tiempo? Plasmar su rostro en un lienzo, captar este instante como un recuerdo infinito". Mas la realidad es que eso no era lo único que me provocaba, y el conjunto de mis mejillas, mis comisuras alzadas y mis dientes presionando sobre mi lengua deseaban gritarlo a los cuatro vientos. Apreté los labios tomando de nuevo el sabor del chocolate en mi interior, sin apartar la mirada de los suyos.

Tensión intermediaria, calma en holganza. Suspiró; y devolvió su dedo a la tarrina volviendo a usarlo como si de una espátula se tratara. Me untó el helado sobre los tintados labios y finalmente los unió con los suyos. Blacé: beso en el que se degusta algún dulce de preferencia.

El beso se extendió, separando y volviendo a juntar nuestras bocas para tomar aire, deseosas por seguir merendandonos entre nosotros. Joder, ya no volvería a ver el chocolate igual. Mis piernas se acomodaron a los lados de su cadera, y sus manos fueron directas a mi cuello, lo cogieron sin apretar, cumpliendo mi ansía de asfixia pero manteniendo el sosiego que nos guardaba virginales. La diferencia de edad nos superaba, pero, ¿acaso importaba? No, en esos momentos nada importaba.

El sonido apasionado y húmedo de nuestros labios al chocar, nuestras lenguas enredandose, el sudor recorriendo nuestra espina dorsal por fuera. Qué bonita canción...a sottovoce mi mente me rectificó, faltaba el ritmo, faltaba la batería del grupo, faltaban sus muslos contra mis nalgas, faltaba sus palmas marcandome. Me quedaba imaginarlo, sufrir en el pensamiento de las distintas formas de placer que algún día él llegaría a proporcionarme. Sin embargo... esto podría llegar más lejos algún día, sabes que tú también lo has pensado, pero te lo aclaro por si quieres mantener tu supuesta inocencia intacta, ¿y si nos untásemos el chocolate en otros labios...en otras partes del cuerpo? La expresión del sexo dulce cobraría sentido, podría saborearle lentamente...literalmente.
 
Soy una sucia, ¿te sorprende?

Él aumentó levemente su fuerza en mi cuello, sacándome un jadeo que intentaba ser silencioso, pero que no cumplía su objetivo. Se separó, me miró orgulloso y...

Y te lo voy a dejar aquí porque son las 4 de la madrugada y si sigo escribiendo mis gemidos quedarán tapados por unas horribles ojeras.

... Buenas noches mente perversa.