Capítulo IV - Amistades para recordar

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No sabía ni qué pensar, lo que estaba sucediendo era simplemente imposible. Estaba caminando junto a la mujer de sus sueños. ¿Cómo habían sucedido las cosas? Todo paso muy rápido, después de chocar y caer, él le ofreció su ayuda y sorprendentemente ella pareció reconocerlo.

- ¿Estás segura que estás bien?- había preguntado Eriol levemente nervioso.

- Sí, sí, descuida- lo miró fijamente- ¿Te conozco de algún lado?

- Pues... ammm... sí- dijo dudoso- soy Eriol Hiragizawa, estudié contigo en la preparatoria Tomoeda.

- Ah ya veo, creo que...sí. Bueno, de cualquier manera te pido nuevamente una disculpa es que estoy muy preocupada porque mis amigas se me perdieron de vista.

- Pues si quieres te ayudo a buscarlas- Eriol se estaba poniendo muy nervioso, de hecho le parecían muy lejanos los días en que se ponía así, temblaba ligeramente, aunque casi no se notaba y también le estaban sudando las manos.

- No es necesario, estoy buscando un restaurante llamado...- Tomoyo estaba haciendo memoria-... "Delicias de Occidente"... sí creo que se llama así, pero dudo que lo conozcas.

- De hecho soy dueño del ese lugar... Mi socio...-Eriol prefirió no decir el nombre de Syaoran- y yo.

Después de eso ella finalmente accedió a aceptar su ayuda y mientras caminaban Tomoyo le había contado que a la persona a quien buscaba era nada más y nada menos que Sakura Kinomoto.

Menuda sorpresa se va a llevar mi querido amigo - pensaba Eriol, pues tenía la teoría de que esa chica era la razón por la que su amigo no había querido volver a pisar (ni siquiera mencionar) Japón en muchos años.

¿Sólo él está nervioso por este viaje? ... Mírenme a mí, temblando como una gelatina sólo por estar caminando al lado de la mujer que tanto quise.

En ese momento Eriol se preguntó si ese sentimiento era algo lejano. Sin duda estar cerca de Tomoyo estaba despertando cosas en él, y en ese instante se permitió pensar en algo que pudo ser o que quizá con mucha suerte podría ser posible ahora. Sólo era una idea, apenas hacía unos minutos acababan de coincidir y no sabía absolutamente nada de la Tomoyo actual, pero no podía negar que seguía siendo una hermosa chica.

Con sus habilidades de seductor inmediatamente notó que ella no portaba alguna sortija que la comprometiera... No sé quizá esto no sea sólo una casualidad...

-o-o-o-o-o-

Mientras tanto, a kilómetros de distancia, en Hong Kong, Meiling trataba de controlar a su pequeño hijo. En realidad, Hien la desesperaba y a veces la hacía arrepentirse de haberlo tenido, pero luego reflexionaba y llegaba a la conclusión de que él era la razón por la que Syaoran había aceptado casarse con ella.

En ese momento trataba de controlar las infinitas preguntas del pequeño que una y otra vez le cuestionaban cuándo volvería su padre, porqué se había marchado sin ellos y a dónde había ido. Antes de que la cabeza de Meiling estallara ante la lluvia de preguntas, envió al niño al jardín a jugar con el pretexto de que si no se portaba bien no le permitiría hablar más por teléfono con su padre.

La joven china tuvo muy poco tiempo de disfrutar su tranquilidad pues en ese momento llegó a la enorme casa de los Li una visita que era muy frecuente, se trataba de Ieran Li, la madre de Syaoran.

- Buenas tardes- saludó la mujer con frialdad a Meiling, ella no le simpatizaba y no le hacía mucha de gracia que fuera su nuera- Vengo a ver a mi nieto.

- SU nieto esta jugando en el jardín- respondió, a ella tampoco le caía nada bien. Y es que Ieran Li se había opuesto al matrimonio de su hijo con ella, incluso en un principio no reconocía a Hien como su nieto, pero al conocerlo el pequeño supo ganarse el cariño de la señora Li.

Imposible de OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora