Capítulo 9

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Lunes por la mañana y Vanesa tenía una resaca increíble, llevaba todo el fin de semana esperando que Malú fuera valiente y la llamará, esperando a Mónica que la perdonará. Pero nada de eso sucedió. No paraba de llover. Vanesa miraba la ventana, sin saber qué hacer, veía como las gotas caían al suelo.

Una llamada la trajo de vuelta rompiendo sus pensamientos.

-¡Va-ne-sa! – Una voz entrecortada sonó al otro lado del teléfono.

Vanesa se quedó sin aliento. Suspiró y Malú supo que seguía al otro lado.

-¿Qué? – contestó con rencor Vanesa.

Malú trago saliva para que no la venciera el orgullo.

-¡Tenemos que hablar! – exigió Malú.

-¿Si? ¿Tenemos que hablar? – contestó irónicamente Vanesa.

-¡Vanesa, no te pongas así! – subió un poco el tono de voz.

-¿Y cómo quieres que me ponga?

-¡Joder, Vanesa! Te estoy llamando.

-¡Ya! ¿Y qué?

-¡De verdad! Cuando te pones así estas insoportable. Te mando una ubicación, te espero allí en una hora. Si no vienes entenderé que ni amigas quieres que seamos.

Malú colgó el teléfono y le mando la ubicación de su casa. Albert le había dicho que se llevaba la niña a comer con sus padres así ella se recuperaba, de todo el cansancio.

Necesitaba arreglar las cosas con Vanesa, al menos que puedan ser amigas. Con lo mucho que se quieren, a Malú le duele que se ignoren así.

Vanesa miro la ubicación, sabía que eso no era un bar, que era su casa, segurísimo. Pero decidió ir necesitaba hablar con ella.

Una hora más tarde estaba frente a la puerta de casa de Malú. No sabía si llamar al timbre o salir corriendo.

Malú que la esperaba, miro por la rendija y la abrió.

-Hola – se saludaron tímidamente.

Vanesa iba altiva con una doble capa de protección.

Malú la invito a pasar, abriendo más la puerta y dejándole espacio para que pasara. Tras cerrar la puerta, Malú suspiro.

Vanesa se cruzó de brazos.

-¡Dime! ¿Qué quieres?

Malú volvió a respirar para no pegarle un bofetón, era tan estúpida cuando quería.

-¿Quieres tomar algo?

-¡No! Quiero que me digas que coño quieres.

-¿Oye porque estas tan enfadada?

-¡He roto con Mónica! – y su capa de protección se rompió, se puso a llorar.

Malú se sorprendió.

-¿Se lo has contado?

-¡Claro! Entre nosotras no hay secretos.

Vanesa seguía parada en la entrada de casa de Malú.

-¿Nos sentamos?

-¡No! Venga dime que quieres...

Malú se puso a llorar, no podía con tanto rencor. En esa casa se respiraba culpa y rabia, las lágrimas eran más de rabia que tristeza.

Pero Vanesa que no era de piedra, al mirarse frente a frente y ver que ella también lloraba, bajo tanto rencor.

-¡Esta bien! Un agua con gas. – dijo intentando contenerse las lágrimas.

Malú se dirigió a la cocina, en silencio. Vanesa la siguió como si de un perro se tratara, completamente en silencio.

-¡No nos merecemos tanto rencor! – le dijo acercándole el vaso de agua.

-¡No te equivoques Malú! Lo que no me merezco, es que vengas, me provoques y desaparezcas. Sabes de sobra que eres mi puta debilidad.

Malú se acercó un paso más a ella. Vanesa puso la mano para que se apartara.

-¡Sabes que tú también eres mi puta debilidad! – y se dio la vuelta dando una patada al mueble de la cocina.

Sentía tanta rabia dentro, por ser tan cobarde.

-¡Soy una puta cobarde!

-¿Y no te gustaría ser valiente?

-¡Joder! Claro. Si te veo y solo quiero besarte, que te imagino en mi sofá abrazada. Que quiero que pasemos por el parque cogidas de la mano, mientras mi hija juega. Que quiero que el mundo entero sepa que te quiero y que nunca he dejado de hacerlo. Pero no puedo, Vanesa, si no pude en su momento, ahora con Vanesita, menos.

Ante ese ataque de sinceridad de Malú, Vanesa se quedó de piedra.

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Perdón la tardanza y la desaparición aquí os dejo un nuevo capítulo. Espero que os guste. 

Os leo -

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