Capítulo 4

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Vanesa después de aquella comida con Mónica decidió llamar a Malú, la cual no espero ni dos tonos a cogerle el teléfono. Eso le gusto a Vanesa, saber que ella estaba pendiente. Como quizás lo estaba ella.

La mañana siguiente quedaron para tomar café después de que Malú dejara la niña en el colegio, porque si no, no tendrían tiempo para hablar y contarse. Eso pensó Malú, necesitaba saber cómo estaba Vanesa, si este tiempo estaba bien. Había visto por redes que su carrera iba demasiado bien, los fans iban en aumento. Había conseguido hacer un sold out en el Wikin Center. Pero no sabía si ella estaba bien, a ojos de la gente siempre todo va bien. Pero ¿Estaba bien?

En el barrio donde vivían ambas, era una residencia que vivían la gran parte de famosos de Madrid, era como una ciudad a parte, dónde para entrar tienes que tener un pase, en ese barrio hay alguna cafetería, está el colegio de la niña y un gran parque. Decidieron quedar a las nueve y cuarto en la cafetería que quedaba al lado del colegio.

Como siempre, Malú y su puntualidad, repasaba el periódico mientras esperaba a Vanesa, que como siempre su impuntualidad.

A las nueve y media entro por la puerta, esa mujer con aire fresco, el flequillo le bailaba al viento de lo rápido que andaba. Apresurada por llegar tarde.

-¡Siento el retraso! No estoy acostumbrada a madrugar tanto- y soltó una pequeña carcajada mientras le daba dos besos a Malú, la que se había levantado con solo verla llegar.

-¡Tranquila! Ya nos conocemos- y las dos se sentaron en aquella cafetería.

Parecía que no había pasado el tiempo, aquellas dos mujeres que tantas noches habían pasado en vela, estaban quedando a plena luz del día como dos personas adultas.

Vanesa le contó que estaba con Mónica y que habían decidido ir a vivir juntas y que por eso había vuelto a Madrid, ya que las dos trabajaban aquí era la opción más cómoda.

-¿Y tú casa de Málaga? – preguntó curiosa Malú, esa casa le encantaba. Vivía enamorada de Málaga y esa casa a pie de playa la tenía locamente enamorada.

Vanesa se rio, recordando que esa casa le encantaba.

-¡La usamos para ir de vacaciones! – A Malú se le clavo algo en el estómago, todos esos planes que hacían después del sexo, Vanesa los estaba cumpliendo, pero con otra.

-¿Y tú qué tal?

Malú le contó que la niña era la alegría de su vida, que todo había cambiado tanto, pero que no se arrepentía de nada. Que había tenido una boda íntima con Albert, que ni la prensa ni nadie que no fuera cercano sabía que se había casado.

La palabra casada le resonó en la cabeza de Vanesa. No podía creer que Malú se hubiese casado, su cara cambió casi sin querer. Pero no podía mentir, odiaba que no la hubiese echado de menos como ella sí.

Las dos se habían pensado demasiado, pero ninguna de las dos tenía el valor para contarlo. Había pasado ya mucho tiempo, sus vidas eran completamente diferentes a cuando ellas iban y venían.

Malú ya no podía permitirse aventuras románticas de tantas idas y venidas, necesitaba estabilidad, por su hija.

-¡Tú hija, es igual que tú! – Vanesa no se atrevió a llamarla por su nombre.

-¡Si todo el mundo me lo dice! – Dijo orgullosa.

-¿Entonces con Albert bien? – pregunto irónicamente.

-¡Si, muy bien! – respondió exagerando la alegría.

-¡A ver si comemos un día los cinco! – reto a Malú.

-¿Vanesa dónde quieres llegar? – respondió Malú.

-¡Albert no sabe que nos hemos encontrado de nuevo! – Dijo Malú que es lo que quería escuchar Vanesa, la conocía demasiado bien.

Vanesa sonrío victoriosa, sabía que si Albert no sabía nada por algo era.

No quiso preguntar porque la niña se llamaba como ella, le daba demasiado vértigo la respuesta. No estaba preparada para volver a ir y venir cómo siempre, aunque no pasara nada entre ellas saber cómo se sentía Malú hacía ella era volver al punto de partida.

La conversación fue algo más fluida cuando empezaron hablar de sus carreras, Vanesa dijo que estaba en su mejor momento, que no podía parar que esto iba para arriba y que se sentía eufórica.

Malú le contó que estaba ilusionada por su nuevo CD y volver a los escenarios, aunque después que naciera la niña ya había hecho gira, siempre volver para Malú era cómo la primera vez.

Vanesa miraba a Malú embelesada viendo como le brillaban los ojos al hablar de nueva gira.

-¿Cuándo empiezas? – preguntó Vanesa curiosa y con algo de miedo que sus giras coincidieran.

-¡Supongo que arrancaremos, a mediados de noviembre! – Vanesa suspiro aliviada era cuando ella estaba por latino América. Sabía que si Malú volvía ella bajaría un poco, muchas fans que la seguían eran fieles a Malú. Les paso cuando empezó Malú el tour Oxigeno, que las ventas de los conciertos de Vanesa bajaron, pero Malú tuvo la mala suerte de hacerse daño y así fue como Vanesa se marcó un pedazo gira. Y desde entonces no habían vuelto a coincidir, tampoco sabemos a ciencia cierta que eso pasará, pero a Vanesa le daba miedo eso.

Todo seguía como siempre, Vanesa miraba a Malú como nunca ha mirado a nadie y Malú se la comía con los ojos, en cambio ellas se decían lo contrario, que sus vidas eran geniales.

Estaban tan cómodas, hacía tiempo que no estaban tan bien, sin discutir. Al final de su relación todo eran discusiones y reproches, en cambio en esa cafetería lo único que se podía palpar era nostalgia y cariño.

Se les hizo tarde. Era ya casi hora de comer.

-¿Quieres venir a casa a comer? – dijo Malú no queriendo que ese momento terminara nunca.

A Vanesa se le pasaron demasiadas cosas en su cabeza, su casa y ella era algo que no podía aceptar, no porque quería demasiado a Mónica.

-¡No creo yo que sea buena idea!

Malú la miro con pena, le apetecía estar más rato con ella, pero sabía que tenía razón la carne era débil. Y por mucho que pasara el tiempo, las ganas nunca pasaban.

-¡Vanesa, por dios! Han pasado cinco años, realmente crees que te invito para que pase algo. – Reafirmó Malú.

-Malú, creo que es mejor así, ya nos encontraremos.

Vanesa se levantó y le dio un par de besos muy marcados, como antes. Recordándole que seguía allí.


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¿Hora del café? ¿Comemo? 

¿Qué os parece? 

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