Chapter Four

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Sam salió de su casa con mucha prisa, de su brazo izquierdo colgaba un bolso en que llevaba algunas prendas de ropa para Evan, ya que debía estar unos días más en el hospital y no tenía ropa para cambiarse.  Al cerrar la puerta de su casa, detrás de si escuchó a un hombre y a una mujer hablar a lo lejos, se detuvo un momento y prestó atención para escuchar lo que decían.

-¿Esa rata no volvió a casa?-escuchó hablar al hombre. Sam no se volteó a mirar porque parecería muy sospechoso, por lo que decidió tomar su celular y fingir teclear algunas cosas en este, como si no le importase lo que aquella pareja decía.

-No lo llames así-está vez fue la mujer quien habló-. Es mi hijo también. Fuiste muy cruel al golpearlo de esa manera, más de una vez te dije que no lo dejaras sangrando, golpeaste muy fuerte su cabeza-expresó, dejando helado a Sam. ¿La persona de la que estaban hablando era de Evan? ¿Su padre lo había golpeado? ¿Quién era ese hombre que lo había llamado "rata"?Borró esos pensamientos de su cabeza y, saliendo de su sorpresa, se encamino hacia su auto, no sin antes dar un rápido vistazo a las dos personas que, efectivamente, estaban en la casa que había descripto; ventanas rojas despintadas y puerta blanca.

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Evan se encontraba charlando con Mike que después de llamarlo y contarle que estaba en el hospital, fue corriendo hacía allí a cuidar de él mientras Sam volvía a su casa a asearse. 

-Mike, no hace falta que te quedes aquí hasta que Sam vuelva, tienes examen mañana y debes estudiar- expreso el pálido chico. Ambos tenían el examen final al día siguiente y aunque Evan no asistiría por estar hospitalizado, aún así Mike debía presentarse.

-Ya te dije que me quedare hasta que tu amigo vuelva, quiero saber quien es para asegurarme de que estas en buenas manos.

 -No te dejaría con cualquier extraño y mucho menos así que tienes la cabeza rota.-No tengo la cabeza rota Miky, solo es un rasguño-. tal vez había omitido la parte en la que llegó inconsciente al hospital y de la cantidad de transfusiones de sangre que le habían dado, prefirió no decirlo para no preocupar de más a su amigo y para no dar explicaciones. Si le decía que estaba ahí por culpa de su padrastro, su amigo se volvería loco y querría ir a buscar a su abusador. 

Su relación con Mike era la mas fuerte que pudo tener. Se habían conocido a los 4 años, luego de que Evan ayudase a el pequeño pelirrojo que había caído del tobogán que había en el patio. Desde ese momento ambos se habían hecho muy cercanos y su amistad se convirtió en algo inquebrantable. Ambos chicos se quedaron callados al ver como la puerta se abría, dejando ver a Sam quien traía un bolso negro cuyo contenido era desconocido por lo otros dos chicos. Su cabello estaba mojado y llevaba puestas prendas normales: un pantalón de jean oscuro junto a una camisa blanca. De sus hermosos rizos castaños caían pequeñas gotas de agua, logrando mojar la tela de su camisa. El mayor se sentó en la silla que se encontraba a la derecha de la camilla de Evan con una sonrisa.

-Te traje ropa mía, no encontré nada de tu talla en mi armario, así que traje lo que a mi me queda pequeño, espero que no te moleste-dijo mientras dejaba el bolso en la pequeña mesilla detrás de sí. Al volver a mirar en dirección a Evan vio al otro chico que suponía era el amigo del pequeño, pero este lo miraba serio casi con desaprobación. El chico no era mas alto que el, su cabello era rojo y sus ojos verdes, pero mas oscuros que los de Evan. Tenía muchas pecas en todo su rostro y sus mejillas levemente rosadas.

-Que bueno que volviste, él es mi mejor amigo Mike, Mike el es Sam, el chico que me trajo aquí-dijo Evan con una sonrisa presentarlos. La cara del pelirrojo cambió a una sonrisa forzada, parecía que no le caía bien.

-Un gusto conocerte Sam-expreso sin importancia Mike a lo que el castaño solo asintió. La habitación quedó en un silencio incómodo hasta que el celular del pelirrojo sonó, se disculpo con ambos y se fue a atender la llamada afuera de la habitación, dejando a Sam y a Evan solos. El último se giró hacía el mayor y le regaló una dulce sonrisa

.-No te preocupes por Mike, siempre es así cuando conoce a alguien nuevo. También está un poco alterado porque yo estoy aquí, pero es muy buena persona cuando no esta serio.

-Supongo que esta bien, creo que reaccionaria igual si me entero algún amigo mío esta hospitalizado y un desconocido está cuidándolo- habló Sam antes de que Mike entrara de nuevo a la habitación. Este se despidió de Evan con un abrazo y un beso en la frente, le dejo su número anotado y se lo entregó a Sam por si necesitaba que él fuera por cualquier cosa que pasara, luego de eso se fue..

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Pasaba la media noche y Evan se encontraba aburrido. Había pasado la última hora y media mirando a Sam mientras dormía, en ese tiempo había llegado a la conclusión de que el chico era muy lindo y que si lo hubiera conocido de otra manera, tal vez podría haber coqueteado con él. Aunque no quería encariñarse demasiado con el mayor ya que se consideraba una persona poco atractiva, además no podía arriesgarse a poner en peligro a alguien más ya que si su padrastro se enteraba que estaba con algún chico lo amenazaría. Ya había pasado por eso una vez, su padrastro lo había amenazado con que si pedía ayuda iría en busca de Mike y lo mataría. Miró al mayor una vez más y una pequeña sonrisa asomó en sus labios antes de soltar un suspiro, se acomodó en la camilla y cerró sus ojos para tratar de dormir, con la promesa de no encariñarse con el castaño en mente.

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