Capítulo 22♠️

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Nastya.

¿Alguna vez se han sentido en las nubes? Porque yo sí, toda la noche pensé que me encontraba en el cielo mismo. Sentir la calidez que el cuerpo humano puede darte es sensacional.
Amanecí con una camiseta y no era cualquier camiseta, era una de Anton. Habíamos dormidos desnudos y antes de irse me habrá vestido. Y, como siempre me dejó una nota sobre mi mesita de noche.

Esas notas son como tesoro para mí, me encanta cada una de ellas. Ahora mismo las tengo guardadas entre un libro que tengo en el estante de mi habitación, pronto tengo que encontrar algo mejor para guardarlas.

—Pensé que no saldrías por eso no te esperamos —mi madre habla cuando ingreso al comedor para desayunar.

—No me crearon para que viva encerrada. Estoy cansada de eso.

—De hecho, no estaba en nuestros planes crearte.

—¡Papá!

Exclamo por la repentina respuesta de mi padre, escucho las risas de diversión de mi madre.

—Se supone que eso le toca a mí hermano el fue el error, no yo.

Según la historia que mis padres me contaron, Nahuel mi hermano mayor con 22 años de edad fue un pequeño accidente que tuvieron mis padres cuando eran jóvenes, no se habían cuidado y ese fue el motivo por el cual se casaron. Cosa que de todos modos lo iban a hacer pero no tan deprisa.

—No lo digas de esa manera, tu hermano no fue ningún error —me regaña mi madre cuando cesan sus risas.

—Lo siento mi niña, no pensé para hablar.

Papá me regala una sonrisa y yo copio su gesto dado por terminada nuestra conversación. Esther entra en el comedor con mi desayuno sobre una bandeja, espero a que se retire para poder hablar con mis padres sobre el tema que estuve pensando durante la noche, bueno antes de que llegara Anton.

—Hay algo que quiero comentarles, como saben ayer no me fue bien en el Instituto sin haber estado más de cinco minutos en el lugar.

Ambos asienten.

—No quiero volver y prefiero terminar teniendo clases online.

Suelto sin rodeos, y sólo me fijo en el expresión de mi madre, me frunce su ceño pero después suaviza su expresión. Abre la boca para decir algo pero la interrumpo.

—Ya averigüe sobre las clases online, solo tengo que colocar mis datos y empezaría las clases desde acá, terminaría en cuarenta cinco días, un mes antes que Kaira.

—¿Qué pasó con eso de no estar encerrada? —pregunta mi padre.

—A lo que quiero llegar es que no tengo cabeza para mis estudios ahora, pero no los quiero dejar de lado, sólo terminaría antes que los demás, no tiene nada de malo. Además tengo un buen promedio para entrar a una universidad.

—¿Qué pasa con la graduación? ¿De tus planes de terminar con Kaira?

—Me quedaré sin graduación y Kaira lo entendería, solo será eso, después seguiremos marketing juntas en la Universidad como lo planeamos.

—Yo estoy de acuerdo. Si quieres hacerlo desde casa, hazlo.

Sabía que mi padre me apoyaría, siempre lo hace.

—Gracias papá —me besa la frente antes de levantarse.

—Me iré un rato a la oficina para buscar unas carpetas que tengo que llevar a la empresa —avisa y se retira del comedor.

—¿Puedo saber el motivo de la decisión que tomaste?

—No quiero tener que lidiar estos últimos meses con los murmullos de los estudiantes sobre lo sucedido de la falsa información.

Corazón HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora