9 Vino y sangre

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Anne-Marie consiguió quedarse en el castillo de ese propietario tan huraño. Todavía no terminaba de creérselo, pero lo había conseguido y debía darle las gracias a sus alforjas llenas de botellas de alcohol. Al dueño del castillo le gustaba más de lo que ella creía el vino blanco. La segunda razón que sacó en conclusión ella, el propietario había elaborado bien su discurso.

–Puedes quedarte, pasa. Tu carta anuncia un cambio repleto de problemas en el futuro. Yo no tengo ganas de luchar, pero te lo advierto ya, seguramente nadie podrá librarse de pelear si los planes de Carmilla son los que creo que son. Sin embargo, tu estancia no será gratuita.

Anne-Marie asintió con la cabeza y haciendo una reverencia.

–Estoy bajo su protección, por lo tanto, lo que usted me pida.

«Lo que usted me pida», esa frase reverberó en la cabeza del señor de la casa y sintió un poder entre sus manos que le provocó una sensación nueva y placentera. Pues sí que iba a ser fácil entonces.

Expuso dos órdenes que no se podrían romper si la humana estaba bajo su propiedad.

–Jamás me dejarás la bodega vacía de vino y, llegado el momento, requeriré de otro tipo de bebida –carraspeó su garganta, como si un trozo de inseguridad se le hubiese atorado en la faringe. Deseó que la muchacha no lo notase–, quiero decir... Necesitaré tu sangre.

Mejor ser claro y conciso, los asuntos que tenían que ver con la herencia de su padre a veces no eran de su agrado y el tema de la sangre era lo que menos le causaba interés.

Anne-Marie lo entendió a la primera: el dueño del castillo había accedido a que se quedara a cambio de dos tipos de bebidas, el vino y el consentimiento de que ella accediera a que él bebiese de la propia Anne-Marie ocasionalmente.

–Realmente no me gusta la sangre, pero esta me da más fuerza y... –paró un instante, midiendo sus palabras– si vienen tiempos oscuros...

Anne-Maria asintió sin mucha posibilidad a negarse, si esas eran las dos reglas para salvar su vida, las acataría sin queja. El castillo era grande, probablemente vería al señor en contadas ocasiones, para las comidas y poco más. Eso le aseguraba una estancia más tolerable de lo que se pensaba. Además, si seguía haciendo como que no sabía nada de nada sería más seguro. Pero tan tonta no era.

–¿Aún no sabes quién soy, verdad? –dijo el dueño de la casa.

Ella lo miró cauta, pensando sus palabras. ¿Qué podía decirle como respuesta para que no lo incomodase, ni a ella misma ni a él?

–Sé que no eres un humano... Y sé que si me quieres matar, lo harás. ¿Acaso importa entonces demasiado si sé o no quién eres?

–Quizá deberías saber al menos mi nombre –dijo él, apoyándose en la pared y admirando una de las botellas de vino blanco.

–Es un buen comienzo si vas a permitir que me quede. Soy Anne-Marie Louise, aunque me suelen llama Annie, encantada.

Le ofreció una mano temblorosa, esperando a ser estrechada.

–A... Adr... Alucard. Me dicen Alucard –dijo él y ceremonioso le cogió la mano, con delicadeza y se la acarició ligeramente, sin llegar realmente a estrecharla, más bien fue como un educado gesto cortés digno de un noble.

Anne-Marie entonces comprendió todo. ¿Era él? No estaba segura del todo pero, sí. Sabía quién era. Él era el hijo de Drácula. Por eso la biblioteca de los Belmont estaba tan cerca, recordó que los escritos contaban que el castillo había quedado varado al lado del edificio que perteneció a la familia de cazavampiros y su propia prima, Sipha, había luchado al lado de él para derrotar al Conde Drácula.

–Pero... ¿Qué te ha ocurrido...? –preguntó Anne-Marie con cierta preocupación a Alucard, al fijarse en que apenas se le podía reconocer ante tanta dejadez.

Alucard frunció el ceño e intentó responder escueto.

–No eres del todo bienvenida a mi casa, así que no te permito que me hagas preguntas tan personales, pero digamos que he tenido tres años de mi vida donde nada me importaba ya. Es hora de cenar, estrenaré tu vino blanco. Recuerda que esa es la razón por la que dejo que te quedes aquí. Vino y sangre. 

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También puedes leer mi otro proyecto de escritura si te gustan los vampiros! El chico de la jaula de murciélagos

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Heridas (Alucard + OC, fanfic Castlevania) Lara Herrera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora