12 Una copa más

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Era de noche, esta vez la cena había sido preparada por ella, era la primera oportinudad desde que Annie pisaba el castillo. Estaba nerviosa por si sería del agrado del anfitrión de la casa.

–Espero que te guste, no sabía muy bien qué preparar, pero creo que el bosque te proporciona buenos alimentos. No te lo había podido decir hasta ahora... Crecen un tipo de seta que son las más ricas que he probado jamás. Y, bueno, la trucha que haces está muy buena.

Alucard asintió en silencio y se quedó pensativo, escondiendo una pequeña sonrisa de halago. La mesa tenía los platos casi vacíos y dos copas, una rellena de vino blanco y otra de agua.

–Me ha gustado tu cena, Anne-Marie –vocalizó por fin, agradeciendo a la oradora su esfuerzo en ser amable y cogiendo su copa de vino, brindó escueto al aire y bebió su vaso por completo.

La joven contuvo el aliento. Por primera vez en semanas, la había llamado por su nombre. Siempre evitaba dirigirse a ella, de hecho, procuraba hacer como si Anne-Marie no estuviese. No de una forma mal educada, más bien era una táctica en la que Alucard intentaba por todas involucrarse con la humana lo mínimo, así su marcha luego sería menos dura, así no se tomaría confianzas con él y también se ahorraría otros problemas, pero la verdad era que, en ese sentido, Anne-Marie se lo estaba poniendo difícil porque no le daba ninguna razón negativa, ni ninguna salida de tono o actitud sospechosa, a esas alturas, más bien era al contrario. La muchacha era muy responsable y tranquila, incluso le daba hasta cierta pena por lo que iba a pedirle esa noche.

Alucard se levantó de la mesa para coger una copa limpia y la puso en el lado de Anne-Marie.

–Llegaste con una carreta medio vacía pero un caballo viejo con sus alforjas repletas de vino y, sin embargo, aún no te he visto beber ni una sola vez. ¿Por qué?

Anne-Marie miró hacia abajo y sonrió con simpatía.

–No quería que se terminase demasiado rápido. Hacía poco que acababa de llegar aquí, huyendo de los que me perseguían y me daba miedo salir de nuevo. Es decir, no es que no beba porque no me guste, me encanta, de hecho, pero es por esto que te he dicho, no quería salir tan rápido de aquí. Me siento segura –admitió con tranquilidad y levantando la mirada.

Alucard estaba un poco perplejo y sin mediar palabra, cogió la copa limpia que le había puesto a Anne-Marie y se la llenó hasta arriba.

–Con que era por eso. Bueno, pues hoy... estaría bien que no dejases a tu anfitrión bebiendo solo –sentenció Alucard, cogiendo la botella y dirigiéndola hacia el vaso de Anne-Marie.

Annie sonrió y aceptó de buen agrado la copa alegando que, si era insistencia suya, ella no lo rechazaría.

Bebieron hasta que la botella se acabó. Alucard tenía bastante resistencia, pero Anne-Marie había perdido aguante y el alcohol le había soltado un poco de más la lengua.

Comenzó a hablar sobre ella, su padre, cómo se había criado sin madre y bajo la tutela de los sabios oradores, la vida pacífica y rutinaria que tenía antes de que todo esto cambiase. Alucard la escuchó educadamente y con buen estar, pero apenas correspondió ante tal ataque de sinceridad. No habló sobre él.

–No... verás, no te cuento todo esto esperando recibir por tu parte lo mismo, sé... –Annie lanzó una carcajada corta seguida de una sonrisa triste–, sé que aquí no estamos en igualdad de condiciones. Digamos que necesitaba hablar un rato con cierta tranquilidad, hace bastante que no abro la boca, si acaso, cuando salgo a ver cómo está Hades, que diga, mi caballo. Está bien hablar con alguien que sí que me puede contestar y no se pondrá a rumiar el césped del suelo ignorándome.

Heridas (Alucard + OC, fanfic Castlevania) Lara Herrera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora