- ¿Tú eres el de nuevo ingreso?- El chico bajo de mejillas regordetas se dirigió a él con un tono de curiosidad en la voz.
- Oh, ¡Hola!- Jin saludó alegre, mientras se giraba para verle de frente.- Sí, soy yo. Me llamo Seokjin, pero puedes decirme J...
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Un golpe en la puerta desvió la atención de ambos de la situación. Jin no sabía si bailar alegremente por recuperar su espacio personal o llorar porque, por algún motivo, tampoco quería que el líder de su facción de alejara. Simplemente soltó un suspiro mientras veía la espalda de Jungkook alejarse hasta la puerta.
— ¿Sucede algo?— Preguntó al abrirla. La respuesta fue casi instantánea cuando Jennie y Rosé entraron abruptamente a la Sala Real de Picas, intentando llevar a Namjoon con ellas. El pelinegro se apresuró a ayudarlas a sentar a su amigo en el sofá.
Seokjin caminó deprisa hasta quedar cerca de su líder y poder ver mejor a Namjoon.
— ¿Qué le pasó?— Preguntó el más bajo, desconcertado.
— Realmente, no sabemos. Desde que recibió un mensaje en su celular sigue teniendo esa expresión de menso.— Rosé rió suavemente ante lo dicho por su novia, y Jin miró atentamente la interacción entre ellas. No dolió como pensó que lo haría cuando Minseok se lo contó. De hecho, no dolió, debe ser gracias a que su vida se ha vuelto patas arribas durante las últimas semanas.
Los tres más jóvenes observaron a su líder acercar algún líquido extraño a la nariz del peligris, y éste reaccionó de forma abrupta.
— Hey, ¿Está todo bien?— El pelinegro cuestionó con notable preocupación en su voz.
El chico en el sofá miró a quien tenía delante si entender realmente nada, hasta que pareció recordar... Y volvió a quedar tan blanco como un papel.
— Parecía ser tan adorable...— Dijo con la voz demasiado fina para su tamaño.
Jungkook levantó una ceja y bufó, bebiéndose el líquido que parecía ser licor.
— Bien, chicas, gracias por traerlo hasta aquí. El señor Kim y yo nos encargaremos.— Ambas asintieron y se despidieron, dejando a los dos hombres solos con el chico traumado.— Seokjin, voy a necesitar tu ayuda para llevarlo hasta mi auto.— El nombrado alzó su ceja ante el comportamiento de su líder, que actuaba como si hace tan solo unos minutos no lo hubiera acorralado contra el escritorio. Seokjin decidió que no hablar al respecto sería la idea más inteligente que tuvo hasta ahora.
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