Contemplo esos pequeños ojitos verdes que me miran con felicidad y sé que he hecho lo correcto.
Sí, he tenido miedo, pero, he aprendido que es mejor ser fuerte y enfrentarlo, a vivir con la duda si algún día dejarás de sentirlo.
Es el tiempo del miedo.
Todos tenemos miedo.
El miedo es el motor del mundo.
Miedo de otros hombres por su raza, por su credo.
Tenemos miedo a triunfar, miedo del fracaso,
de andar entre callejones donde se oyen pasos.
Miedo a lo desconocido, miedo a vernos deprimidos,
a darnos por vencidos, perder los seres queridos.
Miedo a que nos quiten algo, miedo a caer mal,
a ver cada vez más cerca el día del funeral.
Miedo a que una bomba nuclear nos queme en el acto,
a que cerca del hogar pueda explotar un artefacto.
Miedo a perder el trabajo, miedo a coger un atajo,
a que nuestros hijos reciban un navajazo.
Miedo intermitente cuando el ambiente es urgente,
cuando vez que alguien se gira y te mira fíjamente.
Miedo a estar eternamente en paro,
miedo a aquel que va en el autobús, sentado a tu lado, vistiendo raro.
Miedo, que nos atrapa y nos convierte en víctimas,
así amenaca a nuestra propia identidad,
tan asustados queriendo apartar,
lo que pueda atar nuestro bienestar.
Vivimos en un mundo rápido, hicimos del temor un hábito,
intenso pálpito, presos de un esquizo vértigo.
Tenemos miedo al cambio, y a la inseguridad,
miedo al infarto de miocardio, miedo a la soledad.
Tenemos miedo a la muerte, tenemos miedo a la vida,
miedo a ser inferiores, no cumplir la expectativa.
Miedo a nuestros pensamientos, a espacios abiertos,
miedo a tener algo que esconder y ser descubiertos.
Tenemos miedo al recordar el pasado,
miedo del futuro si el presente nos tiene cansados.
Miedo a no ser aceptados por el resto, miedo a nuestro estrés,
miedo a ser víctimas de un secuestro exprés.
Miedo a que llegue la noche, miedo a dejar de ser joven,
miedo a comprar un buen coche y que nos lo roben.
Miedo a que el CO2 provoque cáncer en el globo,
miedo a que un tsunami arrase con todo.
Miedo al apagón que nos entierre como larvas,
miedo a perder la calma, miedo a las casas sin alarma.
Pero el miedo, es la pequeña muerte que crece
hasta llevarnos a la destrucción total.
Miedo a que nos diagnostiquen enfermedad terminal,
miedo a tener que dormir sin Valium ni Lorazepam.
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I never want to grow up
RomanceUna joven fuerte y divertida que se abre paso en los caminos de la vida pero, justo cuando las cosas no podían irle mejor, el trabajo de sus sueños, una aspiradora que aspira todo el pelo de su gato con complejo de calvo. Jeremy Levine su cruza en s...