Cobarde

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-Tenia cita a las cinco y media- dice una señora en la sala de recepción.

La recepcionista la observa pensativa y repasa su agenda.

-¿Esta segura?

¿Estas segura?
¿Estas segura?
¿Estas segura?

No lo sé.

Estoy sentada en la sala de espera.

Me miró las manos nerviosamente, intento no mirar fijamente la habitación.

Hay cuadros de bebés.

En el vientre materno, en el último pediodo de gestación.

Se distinguen las manitas y piececitos.

Entonces una voz en mi cabeza empieza hacerme reflexionar.

No habrá vuelta atrás.

No, no la habrá.

Si hago esto, se acabó,  sí,  recuperaré mi vida pero, ¿a qué precio?

No puedo matar, no soy una asesina.

Aunque técnicamente hasta los 4 meses no se considera asesinato...

No.

Si.

No.

Si...

Siento que me sudan las manos y mi corazón late desaforadamente.

Tengo miedo.

Miedo a equivocarme.

Miedo a arrepentirme.

Miedo a no conocer nunca a mi hijo, y preguntarme toda mi vida como sería él o ella.

Miedo a ser capaz de algo así.

Miedo a que mi egoísmo le impida a otro ser algo tan insignificante cómo simplemente vivir.

Yo siempre he estado en contra del aborto y mírame ahora.

La vida es tan irónica.

Simplemente quiero hacer lo correcto, ya no se trata de mi trabajo o la comodidad de mi vida.

No, se trata de que si no sé cuidar de mí misma, ¿cómo voy a cuidar de otra persona?

Alguien extremadamente frágil,  que me va a necesitar, que va a necesitar de mí en todo momento.

También alguien que te va a amar, por encima de todo, de tus errores, de tus miedos.

Alguien para quien vas a ser todo su mundo.

¿Serás capaz de matar a alguien que sin conocerte ya te ama?

-Britney Carter, es la siguiente.

No. No puedo.

Cojo mi bolso y salgo de la clínica a toda prisa con lágrimas en los ojos.

Lloro, lloro de frustración, lloro por lo que he estado a punto de hacer.

Lloro por qué sino se hubiera impuesto la parte racional que he estado callando todo este tiempo hubiera cometido el que probablemente sería el mayor error de mi vida.

Con manos temblorosas sacó el móvil del bolso.

-¿Brit? ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¡Me estas asustando!- Holly suena realmente preocupada pero no puedo decir nada coherente, no hago nada más que hipar cómo una retrasada.

-No he podido Holly, no he podido hacerlo..- el llanto constriñe mi garganta y no puedo hablar.

-Tranquila ¿Dónde estás?- le doy la dirección y promete venir a buscarme en unos minutos.

No tengo que esperar mucho tiempo hasta que el todoterreno negro (coche) de mi amiga aparece derrapando al pie de la acera en la que estoy.

Me abrazó a mí misma en vientre, es irracional, pero pienso que debido a mi estupidez el ser que está ahí dentro puede serme arrancado por no saber valorarlo.

No te haré daño, nunca más,  te lo prometo.

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En casa Holly me arropa con una manta en el sofá y me da un té con valeriana y tila para que me tranquilice y pueda dormir.

-Estoy orgullosa de tí Britney- dice mi amiga después de explicarle la situación más difícil de mi vida minutos atrás.

La miro sin comprender.

-Yo sabía que no podrías hacer algo tan horrible, aunque no entiendo como siquiera se te ha pasado por la cabeza- dice en tono de reproche.

-¡Estaba asustada!- grito con desesperación.

-¡Es normal tener miedo!,  el miedo nos hace humanas Brit, pero sencillamente no podemos dejarnos vencer por el miedo, no sólo se trata de tí ahora, no lo olvides, ¿no crees que deberías darte una oportunidad? ¿A esa cosita?,  dime, ¿cómo sabes que lo harás mal si ni siquiera lo intentas?- me quedo callada.

Holly siempre ha sido muy buena haciendo que la gente se sienta mal, pero tiene razón.

He actuado como una absoluta cobarde.

Yo no soy así.

Se levanta de la silla en la que estaba sentada y se sienta al borde del sofá.

Sin darme cuenta he empezado a llorar de nuevo.

Estoy muy sensible últimamente.

Me acaricia el pelo y me pide que duerma.

Me acomodo en las mantas del sofá y acarició mi estómago.

Por primera vez me permito pensar en él.

O ella.

¿Cómo será?

¿Le gustará el helado tanto como a mí?

¿Tendrá mis ojos? ¿Mi cabello?

Y por primera vez, quiero conocerlo.

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I never want to grow upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora