Capítulo 5

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—¡Vamos Mar! ¡Date prisa! Ya son las nueve. Aidan tiene que estar esperándonos.

—¡Ya voy! —grito desde mi cama mientras me termino de atar los cordones de las zapatillas.

Elena me está esperando al lado de la puerta. Cuando termino me acerco a ella y salimos las dos de la habitación con cuidado de que nadie nos vea. Miro el reloj antes de llegar a nuestro lugar de encuentro. Las nueve y siete. Aidan se enfadará pero por suerte nunca le duran mucho los cabreos.

—¿Por qué habéis tardado tanto? —nos reclama.

—¿Tú qué crees? —insinúa Elena señalándome con la cabeza.

—Bueno —intervengo tratando de cambiar de tema—, venga no perdamos más tiempo. Vamos para allá.

Después de diez minutos andando, llegamos al muro. Desde cerca parece mucho más alto que cuando estás a cierta distancia, parece difícil escalar por ahí. Ahora entiendo porque a Aurora le costó tanto subir. Nosotros tenemos cuerda pero no amigos del otro lado así que lo vamos a tener aún más complicado, deberíamos haber pensado en esto antes. El muro es prácticamente liso y no puedes agarrarte a nada. Además, en cualquier momento puede aparecer un guardia y pillarnos, si es que no hay guardias en el otro lado esperando.

—¿Y si te doy impulso Mar? —sugiere Aidan—. Eres la más bajita y por tanto más ágil.

Enarco una ceja en su dirección.

—Yo soy justamente la más torpe de los tres —aclaro—. No sé ni andar sin tropezarme. Deberíamos intentar subir a Elena.

Seguimos mi sugerencia. Yo coloco la rodilla doblada delante de mi amiga para que pueda subirse en ella y Aidan pone las dos manos juntas un poco más arriba para que una vez que esté encima de mi pierna, apoye un de los pies en las manos de Aidan y éste le de impulso.

—A la de tres. Uno, dos y ¡tres! —exclama Aidan.

Elena sale disparada para arriba y en vez de agarrarse de la parte superior del muro acaba dándose un golpetazo en el codo. Sí, donde duele mucho.

—¡Au! —se queja una vez la hemos agarrado para que no se caiga al suelo— Creo que me he roto un hueso.

Aidan se acerca a ella para revisarle el brazo y pone los ojos en blanco después de mirarle el codo.

—Pero si solo tienes un arañazo, ni siquiera tienes sangre.

—Pero me saldrá un buen moratón —insiste Elena.

—Qué exagerada —murmura Aidan por lo bajo.

—Aidan tiene razón —intervengo en la mini discusión—, deja de ser tan dramas que hay que cruzar.

Elena cambia su mueca de dolorida a una ofendida en un instante sin poder creerse que le haya dado la razón a Aidan.

—Pero mira quien fue a hablar —pone los brazos en jarra— ¡La drama queen!

La ignoro y le hago un gesto a Aidan para que coloque las manos de nuevo y yo pongo mi rodilla. Miramos los dos a Elena esperando a que pille la indirecta. A ella no le queda otra que acercarse y repetir el mismo proceso de antes, y esta vez el resultado no es muy diferente. 

No hay caso. Elena se cae encima de nosotros y empezamos a agobiarnos.

—Creo que esto ha sido mala idea —replica ella.

—Pues ya estamos aquí, así que no me voy a ir hasta que lo consigamos  —también estoy agotada, pero no he venido para nada.

—Está bien, intentémoslo de nuevo —acepta Aidan.

4 partes en un todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora