Capítulo 1: Madre.

1.1K 53 6
                                    

_____

As the seasons turned, 

I sang my resentment, 

for you will never come back.

_____

Actualidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Actualidad. Año 841. Aldea de Berg. Territorio de la Muralla María.

La nieve, tan blanca y densa, crujía bajo sus pasos, dejando tras de si diminutos sonidos que amenazaban con causar que su mal humor fuera a más. Odiaba esa época del año con todas sus fuerzas. La vida era más sencilla durante el verano, la primavera y el otoño, incluso en la dura y profunda montaña. No obstante, en invierno las cosas cambiaban. Algunos animales morían congelados a causa del cruel frío; otros hibernaban; otros -los más listos- se marchaban a tierras más cálidas;  y todas plantas -salvo las más resistentes- se marchitaban bajo el yugo del gélido clima que predominaba en el lugar. En esos momentos, solo los más aptos eran capaces de sobrevivir un día más. Los más resilientes de la montaña. 

Alzando la mano hacia su espalda, con un diminuto gesto ordenó a su caballo -un corcel de color crema y con las patas de color negro- que se detuviera. El animal, en el mismo instante que observó la señal de su dueña, acató la orden, demostrando una vez más lo bien domado que estaba, y, entonces, esperó atentamente la siguiente, con las orejas bien alzadas. 

Frente a los ojos color acero de la joven, a tan solo un par de metros de su posición, un poderoso ciervo de enormes astas -casi tan alto que el propio Spitit-, con la cabeza agachada, removía la nieve con su hocico, seguramente en busca de alguna raíz superviviente. No parecía que se hubiera percatado de la presencia de la jinete y su montura, a pesar del sonido de sus pisadas sobre la nieve. Estaba demasiado desesperado por encontrar alimento que no se había dado cuenta de que a pocos pasos se podía encontrar la portadora de su muerte. 

Ocultándose un poco más tras los arbustos, se agachó con movimientos mínimos y lentos. Inspirando todo el gélido aire que pudieron captar sus pulmones, alzó el arco que portaba en una de sus manos y, con cuidado, empezó a tensar la cuerda, apuntando muy lentamente a aquel enorme animal. Siempre procurando ser lo más silenciosa posible para no espantar a su próxima presa. 

A pesar de su aspecto exterior tan calmado y sereno, su interior era todo lo contrario. Su corazón hace rato que había arrancado a latir en su pecho y sus latidos resonaban con fuerza en sus oídos; y, sin embargo, pudo mantener el pulso de sus extremidades a raya. Ni un titubeo logró alterar ni lo más mínimo la posición y dirección a la que señalaba su flecha. No se lo podía permitir, era vital que cazara otra pieza más para su familia. Su última pieza. Casi sentía una macabra tristeza al pensar en aquello. Casi, porque la rabia que recorría sus venas desde hacia bastante tiempo se encargaba de apartar cualquier otra emoción que pudiera obstaculizar su mente. Solo la emoción más fuerte podía permitir residir en su turbulento interior. 

La verdad oculta I: Ascenso (Levi Ackerman Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora