Capítulo 4: Inflexión.

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I was I who dyed our  last kiss red.

Just me and no one else.

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Año 845

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Año 845. Hospital militar. Distrito de Shiganshina. Territorio de la Muralla María.

De sobresalto, Enara abrió los ojos, incorporándose de golpe mientras intentaba obtener una bocanada de aire, con tanta desesperación que parecía como si se estuviera ahogando. Entre jadeos acelerados e insuficientes, intentó recuperar un poco de aliento al mismo tiempo que sentía un dolor muy intenso en la cabeza y en las piernas. Intenso, incluso, era una palabra muy pobre para describirlo. Con la mano llena por alguna razón de vendas, se cogió la frente y se frotó las sienes con un gemido de dolor, pretendiendo mitigar la punzante sensación que le taladraba la zona. Bajo el tacto de sus yemas notó como otra venda envolvía su cabeza. ¿Qué...? Por las Murallas, cuán desorientada y mareada se encontraba.

Estuvo así por un rato hasta que logró recuperarse del vértigo. Alzó su temblorosa y desenfocada mirada y recorrió con sus ojos el lugar donde se había despertado. Miles de camas se extendieron bajo su vista y, sobre ellas, pacientes gemían de dolor o, incluso, gritaban. Entre los espacios que dejaban los muebles, el personal sanitario corrían de un lado a otro, con urgencia y estrés y con las manos repletas de instrumentos y medicamentos. Al descubrirse a si misma ante aquel panorama tan terrible, el corazón de Enara arrancó a golpear su pecho con fuerza. ¿Qué demonios hacía allí? ¿Qué le había pasado? ¿Por qué, de entre los enfermos, había tantos soldados del Cuerpo de Exploración? ¿Y dónde estaban Gillian y Finn?

En algún momento, Enara había empezado a hiperventilar.

-¿Recluta Morgan, no es así?-Una voz repentina le hizo salir de su colapso, provocando que la soldado diera un respingo sobre la cama. Al dirigir sus ojos hacia la procedencia de aquella voz, se encontró con un hombre de pelo liso castaño y unos ojos verdes que se veían a través de sus gafas. El cabello le llegaba por los hombros y estaba echado hacia atrás, sobre su espalda. El hombre llevaba la típica bata blanca de médico. Sin entender nada, Enara, todavía con la vista clavada en el hombre, parpadeó varias veces-Creo que sí. Permítame presentarme: mi nombre es Grisha Jaeger y soy el doctor que la ha estado atendiendo. Me alegra ver que se ha despertado.

-Disculpa...-Habló la recluta y, sorprendiéndose, se escuchó a si misma con una voz muy, pero que muy ronca-No me gustaría ser maleducada, pero... ¿Se puede saber qué ha pasado? No... no me acuerdo de nada-Adolorida, se cogió la garganta e intentó aclarársela, aunque solamente sintió un terrible dolor. Por todas las Murallas, notaba como si sus cuerdas estuvieran total y absolutamente desgarradas. Con ansiedad, lo miró con un gesto urgente, de verdad que necesitaba saber qué demonios había pasado-Sé que estaba en una expedición, pero... no más.

La verdad oculta I: Ascenso (Levi Ackerman Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora