Enara Morgan sólo tenía un objetivo: descubrir la verdad entorno a la sospechosa muerte de su madre. Por ello, decidirá dejar su apacible vida en las montañas cercanas a la Muralla María y alistarse al Ejercito de las Murallas, con la esperanza de e...
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Sexto día en la superficie. Unas horas antes. Cuartel General del Cuerpo de Exploración. Territorio de la Muralla Rose.
Sus pisadas resonaban sobre el suelo crujiente y blanquecino. El frío irritaba y enrojecía sus mejillas salpicadas de pecas, ocultándolas bajo aquel manto escarlata que cubría su piel. El vaho se filtraba con cada exhalo que deslizaba.
Aunque nunca hubiera sido voto de su devoción, el bosque de su antiguo hogar estaba precioso en invierno.
Sin embargo, algunas veces aquella estampa, repleta de belleza y calma, podía llegar a convertirse en una trampa mortal.
Entonces, bajo sus pies, la nieve se deslizó. Se filtró por un agujero oculto a su vista. Y la llevó con ella. Enara cayó de fauces contra el mullido suelo y, con todas sus fuerzas, trató de agarrarse a cualquier cosa que le impidiera ser sepultada, pero...
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El estruendo que hizo la puerta contra la pared la sacó de la cama de un salto. Alarmada, su mano se deslizó hacia su pierna, en un intento de encontrar el cuchillo que siempre guardaba en su bota. Por supuesto, no estaba, ya que se había quitado el uniforme para dormir.
Sus desacostumbrados ojos se apartaron a un lado en el instante que el haz de luz que entró por la puerta la cegó.
Con los latidos de su corazón en los oídos, a penas pudo escuchar los gritos y los pasos que se aproximaron a ella. Súbitamente unas manos la cogieron por las axilas y, entre tirones y empujones, trataron de ponerla de pie, pero, arrastrada por las sábanas, ella se resistió, todavía desorientada por el sueño.
