─── 🌟 ocho.

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Felix había crecido en un orfanato.

El pecoso jamás conoció a sus padres, ya que a las pocas semanas de nacido lo abandonaron en aquella residencia. Nunca supo lo que era ser amado por papá y mamá. Lo que lo ponía triste, pero no tanto, porque no era el único, existían miles de niños en su misma situación, lo que desvanecía su sentimiento de soledad.

Según las señoras que cuidaban a los infantes en aquel entonces, él llegó en un día nublado y en brazos de un hombre, una mujer acompañaba a este. Ambos tenían una cara de pocos amigos, esto era debido el pequeño bebé claramente indeseado. Ellos se apresuraron a dejarlo en el orfanato para largarse y no volver a saber de Felix. Desde aquel día, esa residencia fue su hogar. Lee no se quejaba -a pesar de que no fue la mejor vida que pudo haber llevado- porque allí había conocido a la persona que podría considerar como la más especial para él.

Fue en un día lluvioso en el que un tímido niño cruzó las puertas del orfanato. Era absolutamente pequeño, su cabello era oscuro, sus prendas estaban mojadas y sus pequeñas manos sostenían con fuerza un pequeño peluche. Las cuidadoras fueron corriendo hacia el niño ni bien lo notaron, se hallaba temblando del frío que poseía. Ellas alzaron su diminuto cuerpo entre sus brazos y lo atendieron lo más pronto posible. Luego de aproximadamente una hora el infante estaba acostado entre una de las tantas camas y siendo arropado por una mujer.

Felix sintió curiosidad por el otro niño, le había parecido tan tierno desde que lo vio, era muy chiquito, más que él, suponía que era menor. Sintió deseos de protegerlo, por ser más chico que él y porque quién sabe cómo fue a parar allí, a un orfanato. A veces pensaba y no podía creer que existiera gente que los abandonara de formas crueles e inhumanas, como dejarlos en la calle a su suerte o tirarlos a la basura.

El pequeño Felix se adentró con parsimonia a uno de los cuartos que compartía con los demás, observando al nuevo integrante siendo mimado por una de las cuidadoras.

───Señorita SoYeon ───llamó Felix con la voz tímida─── ¿Puedo hablar con él? ───interrogó, temiendo un poco de su respuesta.

──Él va a dormir, Felix. ───le dijo.

───¡No! ───exclamó el otro niño, la mujer lo volteó a ver─── No quiero dormir, señorita...

───¿Estás seguro? ───el menor asintió, SoYeon sabía que no tenía más remedio así que aceptó que Felix entablara conversación con el niño nuevo.

───Gracias, señorita SoYeon. ───agradeció el rubio cuando la mayor le dijo que sí. Ella salió de la habitación después de dejarles el recordatorio de portarse bien y no hacer travesuras.

───Hola, ¿cómo te llamas? ───preguntó el pecoso en un tono que denotaba alegría─── Yo soy Felix. ───extendió su mano hacia el ajeno, esperando a que la aceptara.

───Yo me llamo JooHeon ───sonrió con dulzura, el melena dorada pensó que su sonrisa era muy bonita. Después estrechó su mano con el contrario───. Tu nombre es lindo.

───Yo creo que el tuyo también lo es ───imitó su sonrisa───. ¿Puedo decirte Honey? ───preguntó para asegurarse de que no le molestara aquel apodo.

───Sí. ───aceptó el más pequeño.

───¡Bien, Honey! ¿Cuántos años tienes? eres pequeño.

───Tengo... ───JooHeon pareció pensarlo por unos momentos, extendió la palma de su mano, empezando a contar a partir de sus pequeños dedos─── así. ───mostró cinco de sus dedos al contrario.

Wrong ─── hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora