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¿Te puedo hacer una pregunta?

Ya la hiciste.

¿A dónde van dos almas perdidas?

¿Qué no estás viendo dónde estamos?

Las palabras provenían de una voz tan familiar que tuve que hace un gran esfuerzo para que mi mente no divagara en recuerdos del pasado.

-¿Disculpa? - digo mientras volteo con una marcada mueca de confusión en el rostro.

-Ya me has escuchado, responde- demanda el chico frente a mí mientras me repasa con la mirada desde los pies a la cabeza.

Lleva unos jeans negros algo gastados y una camisa vinotinto, luce completamente desarreglado y ajeno a toda la elegancia que hay en la fiesta, sé que es de la familia de los Geddler, lo recuerdo de la información que me dio Dianna, ella se encargó de marcarlos con rotuladores de colores, verde para los inofensivos como Byu, amarillo para los que hay que tener cuidado pero no son tan malos como óscar y rojo para los peligrosos, recuerdo que este chico estaba excesivamente marcado de rojo, según la rubia él era un mes menor que Jeroné pero solo porque este nació sietemesino, legítimamente él debería ser el mayor y estar a cargo de los negocios familiares, su nombre es León.

- Byu me ha dicho que el baño queda por acá, estoy perdida, es la primera vez que vengo-afirmo tratando de parecer ingenua.

-A ver dejemos las cosas en claro, ni yo soy estúpido ni tu tampoco, es obvio que una puerta así no es para un baño, ¿Qué buscas? - se aproxima a mí con una mirada inexpresiva que me dificulta pensar con claridad para salir de esta. Los chicos tenían razón, me maldigo mentalmente por no haberles hecho caso.

Me quedo inmóvil y solo me limito a sostenerle la mirada sin demostrar miedo, pero no encuentro las palabras adecuadas para responderle.

-Está es mi habitación-afirma mientras abre la puerta y alcanzo a echar un vistazo en su interior, donde me percato que hay una cama. -No necesitas excusas para pasar, solo pídelo y ya- dice con una mirada maliciosa y una sonrisa en el rostro, mientras se recuesta con los brazos cruzados en el marco de la puerta.

En mi interior vuelvo a tener paz, por mi mente habían pasado los peores escenarios si me descubrían y la voz de Giorgio recordándome que al último espía lo habían mandado en pedazos a la casa de Dianna no ayudaba.

-Muchas gracias por el ofrecimiento, pero como tú has dicho no soy una estúpida, como para entrar en el cuarto de un desconocido, fue una pequeña confusión. - le lanzo una sonrisa falsa con toda la intención de que él lo note y me giro dándole la espalda para volver a la fiesta.

-¡Oye! - escucho su voz detrás de mí y yo volteo el rostro para verlo-Hay un baño en el siguiente pasillo a la derecha, no queremos que alguien menos amable te encuentre husmeándo por allí y no te haga un ofrecimiento si no que te obligue a entrar en una habitación no tan agradable como la mía- puntualiza tornándose serio.

***

-¿Se logró el objetivo, Alexa? - La voz de Dianna se escucha en el lugar que se ha vuelta nuestra guarida, mi habitación.

-Pues... si el objetivo era aburrirme hablando temas superficiales con Byu, afirmativo, se ha logrado- contesto desde mi cama, Giorgio que se encuentra al lado mío jugando con una de esas pequeñas pelotas plásticas que ayudan a relajar, suelta una carcajada y la rubia lo mira severamente.

He evitado mencionarles mi encuentro con León porque sé que escucharé un "Te lo dije" de ambos.

-¿Ni siquiera una conversación? ¿Algo con lo cual puedas acércate a ellos? - me mira inquisitiva.

Los 7 Pecados Capitales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora