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Un día no tan normal

Como de costumbre.

Al llegar a casa del instituto encuentro a mi padre sentado en el sofá de la sala, con los codos en las rodillas, las manos hacia arriba y en ellas está escondido su rostro.

—¿Cómo te fue, linda?— Dice al notar mi presencia, hace una mueca que debo interpretar como una sonrisa.

—Normal— miento —no me esperaba la gran cosa— la verdad no es fácil decirle mi padre que nadie me habla, que sobro como ya me lo hicieron saber.

—¿Segura?— no me cree.

—Si de hecho mañana vendrán algunos compañeros a hacer un trabajo ¿No hay problema?

—Claro que no linda, son bienvenidos, así comienzas a hacer amistades y esta transición será más fácil para ti— una enorme sonrisa aparece en su rostro.

—¿A ti como te va con lo del manejo de los negocios?— Tras mi pregunta veo la sonrisa desaparecer.

—Debo admitir que no es tan fácil como parece, pero vale la pena el esfuerzo, la abogada dice que mañana tu hermano estará libre, no estaré aquí para verlo ya que debo salir de la ciudad a conocer a algunos socios, pero con saber que estará aquí cuando vuelva me confirmo— precisa mientras se encoje de hombros.

A mi hermano no lo veo desde aquella fatídica noche en la que fue arrestado, los nervios empiezan a florecer en mí, no sé sí estaré lista para verlo a la cara después de lo que pasó; pero ya es una realidad, él vendrá.

***

Se supone que hoy mi hermano será liberado de prisión, gracias a los Dioses que llegará mañana, un día más para asimilarlo.

Giorgio y Dianna vendrán hoy, tengo un montón de emociones en mi cuerpo solo espero que Cassidy no ande por allí rondando; puede cometer la imprudencia de contar la verdad y allí si paso de ser una millonaria interesante a una nueva rica.

Llegan puntualmente a las 5:00 pm como lo habíamos planeado.

—¡Hola! ¿A quién buscan?— es Cassidy la que abre la puerta pasando por encima de Nerea, que se disponía a hacer lo mismo.

—¡Hola!— Hasta mi lugar en la sala se escucha el falso entusiasmo en la voz de Dianna.—Esta es la casa de Alexa. ¿No?

—Sí. Bueno, realmente es de mi papá, pero ella vive aquí— aclara inocentemente Cassi.

—¡ALEXA TE BUSCAN!— Escucho el gran grito infantiles de mi hermana.

Me aproximo apenada a la entrada y veo la cara roja de Nerea.

—Las señoritas no gritan— la reprende la ama de llaves, mientras le lanza una mirada asesina.

—Aun soy una niña y gritamos— se defiende la pequeña.

Los invitados sueltan una carcajada.

Corto la pequeña disputa invitando a entrar a los recién llegados, los cuales observan la casa de arriba abajo, yo me limito a meter las manos en los bolsillos de mis jeans.

—Bueno ya estamos aquí ¿En dónde vamos a hacer el trabajo?— pregunta Dianna girando su rostro hacia mí, mientras repasa mi aspecto con la mirada, su ceño se frunce en señal de desagrado, como que si no combinara con la majestuosidad de la casa.

—Lo podemos hacer en mi habitación. Nerea— digo mientras volteo a mirarla —¿Podrías llevarnos unas galletas?— ella asiente con la cabeza y la veo perderse por el camino que va hacia la cocina.

Los 7 Pecados Capitales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora