Parte 2: Despertar.

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Todo a su alrededor daba vueltas cuando abrió lo ojos, las luces blancas y otras un tanto amarillentas atacaban su vista y hacían arder sus retinas

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Todo a su alrededor daba vueltas cuando abrió lo ojos, las luces blancas y otras un tanto amarillentas atacaban su vista y hacían arder sus retinas.
Colocó sus manos sobre su frente haciendo sombra y trató de sentarse, poniéndose alerta cuando se dió cuenta que estaba en un lugar desconocido, en ese momento, analizando toda la habitación reparó en su lado derecho, dónde había una persona cubierta de pies a cabeza y roncando en unas sillas que parecían bastante incómodas.

Levantó sus manos para tratar de recobrar un poco de razón y despejar su mente, estas respondían correctamente al abrir y cerrar, luego con las mismas palpó sus piernas y movió los dedos de sus pies, haciendo él mismo un chequeo de su cuerpo entero, también tocó su cabeza y la movió en todas direcciones buscando alguna molestia o incomodidad. Nada.
Tocó su estómago y lo descubrió, subiéndose un poco la camiseta, buscando alguna cicatriz, pero incluso se dió cuenta que usaba ropa cómoda, no ropa de hospital.

Estaba confundido, pues no encontraba razón para estar en el hospital, supuso entonces que el cuerpo de la persona que estaba roncando por la incómoda posición a su lado debía estarlo cuidando, bajó de la cama y lo sacudió un poco.
Grata fue su sorpresa cuando los ojos de su padre enfocaron su rostro, en cuanto el mayor logró comprender que su hijo había despertado sonrió y lo abrazó con efusividad y afecto.

—¡MIRIO! ¡Gracias a Dios que ya despertaste! ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? Voy a llamar al doctor.

Mirio sonrió y se dejó abrazar, en cuanto sintió la calidez y cariño del abrazo un nudo pesado se formó en su estómago y una presión en su garganta le impidió decir algo, no, más bien no quería hablar, solo quería ser abrazado.
De pronto unas inmensas ganas de llorar se hicieron presentes y un sentimiento de soledad se instaló en su corazón, era como si de pronto estuviera vacío su pecho, una preocupación abarcó su estómago y una inmensa tristeza se apoderaron de su cuerpo. Empezó a llorar en los brazos de su padre, preocupando al mayor.

—¿Qué sucede? ¿Te he apretado muy fuerte? ¿Te duele algo? Llamaré al doctor.

—No. — Con la voz rota se abrazó más a su progenitor sin dejarlo ir.

Sus ojos eran un mar de llanto, el sentimiento de soledad estaba implantado en su mente y corazón de una forma tan inminente que no podía luchar contra él ni aunque quisiera.

Minutos pasaron para poder controlar sus insistentes ganas de llorar y querer recibir cariño, pero a su pesar, el cariño que recibía de su padre no era suficiente, había algo que le faltaba y no sabía que era.
Volvió a su cama y su padre se retiró con inquietud, buscando al doctor de Mirio lo más rápido posible,  en su mente solo creía que era algo físico y que se arreglaría en cuanto lo revisaran.

Grande fue su sorpresa cuando el doctor dió los resultados de su primera revisión.

—A mi parecer físicamente no tienes nada, algunos raspones de tu última batalla pero nada que preocuparse.

Forget You [Miritama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora