Las semanas iban y venían. Xue Yang era una presencia constante, en el café, en la mente de Xingchen. La distancia entre ellos seguía doliendo, incluso cuando estaban juntos. No era suficiente. Xingchen se estaba acercando a su límite; no sabía cuánto tiempo más podría seguir así, cuánto tiempo más podría fingir que no estaba muy enamorado antes de que su propia inacción lo matara.
Y Xue Yang siguió yendo y viniendo, completamente inconsciente de lo que estaba pasando.
La próxima vez que llegó justo antes de cerrar, se sentó a la mesa junto a la ventana sin pedir nada. No hubo sonrisa ni saludo; pacientemente, esperó a que Xingchen terminara de atender a los últimos clientes de la noche. No era inusual para él retirarse de esta manera, buscar compañía y luego rehuirla. Lo había hecho suficientes veces como para que Xingchen ya estuviera acostumbrado.
Más tarde, cuando se dio la vuelta al cartel y se cerró la puerta, Xingchen finalmente se acercó a él. No quería hablar; rechazó la oferta de Xingchen de compañía, de una taza de té. Parecía contento de sentarse en un silencio inactivo mientras Xingchen trabajaba, mientras se dedicaba a cerrar. La simple acción lo calmaba: el no hacer nada, ver a Xingchen moverse, cerrar los congeladores, limpiar las vitrinas, revisar los grifos. A veces, todo lo que Xue Yang necesitaba era el simple y constante consuelo de la presencia de alguien. No quería pensar. Quería distraerse de sus propios pensamientos.
Xingchen se alegró de que, cuando se estaba así, Xue Yang acudiera a él, que Xingchen llegara a ser su roca, su protector silencioso. Esto era lo que hacían los amigos —Xingchen odiaba la palabra, pero si no eso, entonces qué—, ofrecían lo que podían para ayudar, para consolar, por extraño que fuera el problema, por mundana que fuera la solución.
Cuando terminó, Xingchen se puso el abrigo, recogió sus cosas y sacó las llaves. El tintineo metálico pareció despertar a Xue Yang. Estaba ansioso, nervioso, ausente pero alerta.
Sin una palabra, se puso de pie y siguió a Xingchen hacia la puerta. Con las luces apagadas, estaba completamente oscuro, salvo por el resplandor anaranjado de las farolas afuera. La luz inundó el cristal, bañando todo de cobre. Se reflejó en los ojos de Xue Yang, salpicando su cielo nocturno con pequeños pinchazos de estrellas doradas. Xingchen se clavó las uñas en las palmas con determinación.
Junto a la puerta, Xue Yang se detuvo.
Hablaron al mismo tiempo; la preocupación de Xingchen —¿qué sucede?—, chocó con el nerviosismo de Xue Yang —¿puedo acompañarte a casa?—.
Ambos rieron a la vez. A pesar de su sonrisa, los ojos de Xue Yang permanecieron en blanco, como si le faltara una parte integral de sí mismo en ese momento. Xingchen no se entrometió. No iba a presionarlo. Quería que Xue Yang se abriera por su propia voluntad. Entonces, se quedó callado, esperando que Xue Yang respondiera antes que él.
Mientras lo hacía, se preguntó qué sucedía, qué pasando por la mente de Xue Yang, qué lo estaba atormentando, lo suficiente como para desear caminar las pocas cuadras hasta el apartamento de Xingchen y luego caminar el doble para ir al suyo.
—Estoy bien —dijo finalmente Xue Yang, con insistencia, para que Xingchen no volviera a preguntar—. ¿Quieres...?
Xingchen se sorprendió a sí mismo por lo rápido que respondió; vergonzosamente ansioso de pasar más tiempo con Xue Yang.
—Me gustaría eso. Si es... si no hay problema.
Los ojos de Xue Yang se suavizaron. Esta vez, fue su rostro el que permaneció sin cambios, pero la sonrisa estaba ahí, en la forma en que se iluminó.

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Piece by Piece | XueXiao
FanfictionXiao Xingchen nunca se había enamorado, no sabía cómo se debía sentir. Sospechaba que se sentiría más o menos así. TRADUCCIÓN DE "Piece by piece" DE finalizer EN AO3 → Xue Yang ♂ Xiao Xingchen (The Untamed/MDZS) → Posible mención de otros personajes...