Presiento •Romione•

14

" Todos esos lugares tienen sus momentos, con amantes y amigos que aun puedo recordar [...] Pero de todos esos amantes y amigos, no hay nadie que pueda compararse contigo [...] En mi vida te querré a ti más."

- In my life. The Beatles

- 𝓗𝓮𝓻𝓶𝓲𝓸𝓷𝓮 -

No verse había significado un montón de cosas. Hermione ya no le sonreía a nadie igual y aquel brillo en la mirada de Ron se había esfumado casi por completo; habían conocido a la persona que creían correcta pero en el momento equivocado y era frustrante.

Y aquí estaban otra vez. Después de seis años, Londres le seguía pareciendo un lugar hermoso y pasó por la fachada de la antigua escuela; una sonrisa algo tonta se dibujó en sus labios mientras el taxi avanzaba, estaba emocionada de volver porque aún guardaba la esperanza de verlo pero no sabía para qué; no se habían buscado el uno al otro porque él no sabía donde buscar y ella no quería molestar.

Los primeros meses mantuvo contacto con Ginny y la pelirroja le relataba lo mal que se veía Ron pero, por su manera de decirlo, entendió que el chico ni siquiera quería saber de ella; después de un tiempo, también se alejó de Ginny, aún recordaba esa platica; la última de todas.

- Ginn...Solo necesito saber como esta - Pidió Hermione con algo de desesperación. Ginny se había negado tajantemente a pasarle el teléfono al chico - Quiero oír su voz - Suplicó. Se sentía patética pero todo por Ron valía la pena.

- Herms, eres mi amiga y lo sabes pero mi respuesta es no - Cortó la chica - Mira, Ron ha estado muy bien este último mes y me temo que hablar contigo solo lo pondría mal - Añadió. Necesitaba hablarle y saber de él.

- Vaya amiga - Soltó con sarcasmo. Se había dejado llevar por el enojo - Lamento haberles arruinado tanto la vida - Murmuró.

- Si, también lo lamento - Le respondió Ginny - Más por Ron, te amaba tanto que nunca vió la verdad de todo lo que eres - Espetó la pelirroja, ambas estaban molestas ahora.

- Bien - Susurró dolida y cortó la llamada. Ginny trató de llamarle, una vez, cuando pasaron las primeras dos semanas pero Hermione no atendió el teléfono y su, hasta aquel entonces amiga, tampoco insistió.

 Y ahora que estaba de vuelta, ni siquiera volvía porque quisiera. No le quedaba nada ahí; volvía solo porque la plaza universitaria que le ofrecían era en Londres. A fin de cuentas todo le apuntaba a que debería volver en algún momento.

En cuanto cumplió los 18 dejó a su padre, había entendido que hay personas que nunca mejoran por más que los años pasen; así que, consiguió un empleo de noche como mesera en un restaurante, sacó su fondo universitario de la cuenta bancaria de su padre, la cuenta había dejado de recibir depósitos hacía años y le resultó sorprendente que siguiese activa pero lo tomó como un golpe de suerte; con su primer sueldo rentó un departamento en el que no vivió mucho tiempo porque en cuanto logró matricularse en la universidad, con una beca casi completa, se mudó a los dormitorios de la institución.

Después de cuatro años estudiando donde mismo, había hecho solo un par de amigos pero no había salido con nadie; había aprendido esa parte de la lección, no volvería a salir con nadie a menos que estuviera realmente enamorada y si en algún momento lo sentía, cosa que creía imposible, no volvería a tener miedo de ser feliz.

Realmente volvía a sentirse maravillada por los edificios en Londres, recordaba el sentimiento de la primera vez que había estado ahí; recordaba como se había maravillado por los colores llamativos que inundaban cada rincón y como contrastaban con ese clima mayormente nublado. Extrañó aún más a Ron que antes, pensó en todas las mañanas lluviosas metidos en la biblioteca de la escuela y pensó en él dibujando cualquier cosa. Se rodeó de la imagen preferida que tenía de él; Ron, concentrado en algún dibujo, con el entrecejo fruncido y los labios entreabiertos; sonrió por inercia.