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Una corriente de aire entró al local a la par que él, frotó sus manos cuando sintió la temperatura cálida del lugar que en su totalidad contrastaba terriblemente con la brisa fría del otoño que recorría las calles afuera.

La cafetería era bullicio de un lado y tranquilidad del otro, podía oír las voces de los comensales entremezclandose en mil y un pláticas que no le incumbían pero que finalmente escuchaba, caminó siguiendo las indicaciones que Yamaguchi le había dado cuando informó que estaba cerca de llegar y finalmente se encontró con todos ellos en una mesa, bebiendo un café y charlando demasiado animados como la última vez que se vieron.

Sentía una emoción demasiado enorme creciendo en su pecho cuando, después de saludar a todos, tomó asiento, empezando a escuchar las mil y un cosas por las que Suga y Daichi habían estado pasado al organizar su boda.

— Lamento llegar tarde, no lograba tomar ningún taxi — mencionó entre sonrisas cuando una de las anécdotas terminó, Sugawara hizo un ademán con la mano para restarle importancia y finalmente dijo lo que Hinata tenía pensado que diría.

— No te preocupes, tenemos tiempo de sobra — Suga le sonrió antes de alzar la mano para llamar la atención de alguna mesera y hacer que le tomaran su orden — Ahora, antes de pasear por la ciudad en busca de todo lo perfecto para mi boda, tenemos que comer algo — los tres más jóvenes estuvieron a punto de decir algo, pero Koushi forzó su sonrisa y cerró los ojos — Y no me importa si ya comieron, ¿Entendido? — tanto Yamaguchi como Yachi y Hinata se rieron un poco ante el comentario, pero decidieron que lo mejor era aceptar lo que el mayor pedía antes de tenerlo molesto en todo el día.

Chikara se les uniría después en una de las tiendas de la ciudad, estarían todo el día ayudando a Sugawara a escoger su traje de novio y poco más. Nishinoya y Shimizu estarían por videollamada para darle su opinión al peligris ya que ellos estaban en Miyagi y por el momento no podían viajar hasta Tokio para acompañarlos físicamente, pero la emoción corría por sus cuerpos al igual que los demás.

Comieron entre risas, Suga mantuvo la conversación en todo lo que llevaban Daichi y él en lo que a los preparativos de la boda respectaban y los demás aprovecharon el momento para bombardear con preguntas llenas de emoción, la boda sería en unos meses más y no podían estar más contentos por el par de amigos que siempre se demostraron su amor desde antes de salir de la preparatoria.

— ¿Cómo supiste que era el indicado? — preguntó Hinata mientras paseaban entre los pasillos de una gran tienda en las orillas de la ciudad, Suga pasaba uno a uno los trajes en exhibidor de metal, analizando con la mirada cada prenda de ropa y descolgando cada tanto un conjunto para verlo más de cerca, lo miro una fracción de segundo a la cara antes de volver a centrar si atención en la ropa colgada en ganchos.

— Hinata, nunca sabes quién es el indicado — habló con una sonrisa, como si lo que dijo el pelinaranja hubiese sido una completa descabellez dicha por un niño de cinco años — Sólo puedes estar seguro de cuánto lo amas, de que quieres estar con él de verdad toda la vida, y de que pase lo que pase siempre te vas a arriesgar a todo para poder seguir a su lado — tenía una sonrisa embobada en el rostro, claramente cada palabra que fue pronunciada por esos rosados labios fue con la imagen de su prometido en la cabeza, Shoyo acarició la tela de un traje gris que le había llamado la atención con un rostro serio, trataba de imaginarse como protagonista en esa situación; estando a punto de casarse con la persona que era el amor de su vida, pero simplemente no pudo.

No estaba listo para pensar en llevar su relación más allá de un noviazgo, no por el momento.

— ¡Suga, mira este! — se oyó la voz de Yachi del otro lado del pasillo, pero el nombrado no avanzó para nada, giró su cuerpo hacia Hinata y lo miró con una sonrisita comprensiva, tratando de no sonar como regularmente lo hacía cada que regañaba a alguno de sus amigos o compañeros, el menor no lo miró a los ojos si no hasta oírlo hablar, se mantuvo taciturno en su puesto, haciendo como que la tela de todos esos trajes era más interesante que cualquier otra cosa.

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