𝑽𝑰

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omnisciente

Para media semana de la misma en la que Joaquín le había regalado el libro de poesía, Emilio había casi terminado el mismo, podría decir que le faltaban unos siete poemas pues le agradaba leerlos en la comodidad de su habitación mientras tomaba una taza de té frío o caliente.

Quizás si le hubieran dicho que este año encontraría el amor, se hubiese reído. Él jamás tuvo suerte, cada chico con el que salía resultaba ser un tarado con simples ganas de revolcarse una noche con él. Podría sonar muy cliché pero así era. La realidad es que Emilio solía vestir de forma más dulce, pantalones con cuadros del estilo aesthetic que él mismo había visto en Instagram, suéteres y sudaderas de colores pasteles. Esa inocencia llamaba la atención de cada depredador de aquella universidad.

Por esa misma razón tuvo que cambiar lo que usaba en la escuela para evitar acosos, sin embargo aún había un hombre que no paraba de seguirlo. David era un dolor en el culo, no sabía como detener sus acosos, los profesores y directivos reían de él por quejarse. Ser un hombre acosado era la burla en ese instituto y hasta en ese país. Por esta razón jamás volvió a quejarse de David pero sí tomó sus precauciones llevando consigo un poco de gas pimienta en caso de que algo le sucediera.

Sintió unas manos rodear su cintura y se tensó aunque luego soltó el aire aliviado cuando notó que eran las manos de Joaquín.

– buenos días – saludó el castaño dejando un suave beso en la mejilla del más bajo

– hola Joaco – sonrió girándose hacia él

– ¿cómo vas con el libro? – preguntó posando nuevamente sus manos alrededor de la cintura del rizado

– lo estoy disfrutando mucho, gracias, en verdad.

– no agradezcas, chocolatito – besó su frente y un sonrojo se plantó en toda la cara de Emilio

– ¿chocolatito? Dios mío, eres un cursi – se cubrió el rostro avergonzado

– ¡oye, tienes el cabello color chocolate! – lo acercó a él para olerlo – simplemente me recuerda demasiado a ti, tan dulce – Emilio subió la mirada con los ojos brillantes

– bueno señor españolito, deberíamos entrar a clases ya – río jalando el brazo del más alto

– ¡ah, me dolió ese insulto! – Joaquín fingió dolor en el pecho

– eres un tonto, vamos a clases, Bondoni – el castaño volvió a reír y empujó suavemente la espalda del menor para empezar a caminar hacia el salón.

Ambos entraron sonrientes yendo hacia donde Fera y Jimena les habían guardado lugar, todo iba bien hasta que uno de los amigos del grupito de David habló.

– ¡uy Osorio, yo que tú no me ilusionaría con Bondoni! – se escucharon las risas – dicen por ahí que tiene sangre azul – Emilio levantó una ceja confundido mientras todo el bullicio abarcaba la sala entera

– esto es un salón de clases, no están en la feria, señores – la profesora entró logrando que todos callaran rápidamente – buenos días – saludó y comenzó a explicar el tema.

En la mente de Emilio había soñado extraño el comentario acerca de la sangre azul pero quizás era demasiado inocente al pensar que hablaban sobre alguna enfermedad, a él no le importaría. Se encogió de hombros restándole importancia y se concentró en la clase.

Por el contrario, Joaquín se encontraba nervioso, el rizadito parecía no haber entendido la frase dicha pero aún así le llamó la atención que aquel muchacho supiera de la posición social en la que se encontraba. Claramente le diría a Emilio quien era en realidad pero esperaba hacerlo en el momento indicado.

Cuando la clase terminó, ambos chicos se despidieron entre coqueteos discretos y amorosos. Emilio emprendió camino junto a Fera para buscar a Grecia e ir a desayunar a la cafetería, tendrían clases luego juntos.

– ¿cómo va todo con Emilio? – preguntó curiosa

– bien... está yendo bastante bien que me asusta – soltó una risita nerviosa

– ¿por qué lo dices?

– Fera... yo nunca tuve suerte para buscar pareja, antes yo vestía más "femenino" – levantó las manos haciendo comillas con los dedos – y eso le encantaba a muchos chicos, lamentablemente no era para tener una relación seria sino para tenerme en su cama por una noche.

– malditos hombres, ew – Fera hizo una mueca de asco y ambos rieron

– sí, malditos hombres. – rió – sólo... siento que Joaquín es totalmente diferente, los otros chicos sólo llegaban y me coqueteaban pero Joaquín... – suspiró – él lo está intentando de verdad, no se ni siquiera cómo se enteró que le tengo un amor enorme a la poesía como para regalarme un libro de Neruda, de verdad se está esforzando...

– como tu mejor amiga tengo el deber de cuidarte de cualquier estupidez que quieras cometer pero si esta estupidez te hace tremendamente feliz, no soy quien para impedirla – sonrió

– gracias, tu apoyo es sumamente importante para mi, eres en realidad mi primera mejor amiga de verdad...

– muy bien, pelos de estropajo, qué dices si hoy nos chingamos lo más caro que haya en el menú de la cafetería como celebración por el inicio de una nueva relación – ofreció

– yo digo: jalo – ambos rieron mientras caminaban buscando a Grecia quien se les unió al festejo, comprando así los nachos de pastor grandes que no pudieron ni terminarse los tres pero sin duda había valido la pena el festejo ante la nueva luz en la vida de Emilio.

Todo estaba yendo de maravilla y estaba eternamente agradecido de que así fuera.

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Quiero agradecerles la espera larga por un nuevo capítulo, también quiero decirles que la razón de mi ausencia fue que tuve una reacción alérgica en las manos y una bacteria entró provocándome un dolor insoportable. Les juro que no podía agarrar nada ni escribir, afortunadamente ahora me encuentro muchísimo mejor, aún en tratamiento pero mejorando con el paso de los días. En fin, gracias por la espera.

Los amo, besos xx.

royalty: the prince; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora