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Maratón 2/3

Emilio y Joaquín terminaron en un Burger King comiendo una hamburguesa y nuggets mientras bromeaban. Se tiraban las papas fritas a la boca mientras reían cuando no le atinaban o cuando se manchaban de ketchup mientras se daban de comer. El rizado se sentía tan feliz, su corazón latía rápidamente cuando miraba a los ojos al mayor. Simplemente sentía que había alguien que realmente lo quería.

Una vez que terminaron de comer, salieron del local para comenzar a caminar hacia un parque que, según Emilio, estaba a unos cuantos minutos de la pequeña plaza donde se encontraban. Joaquín entrelazó sus dedos para seguir caminando hacia el lugar en donde se encontraron con unos cuantos juegos para niños. Columpios, una barra, el tobogán y un sube y baja estaban dispersos por todo el parque.

Emilio jaló al mayor mientras corría hacia los columpios.

– súbete, te voy a empujar – el rizado se acomodó detrás del columpio mientras Joaquín reía pero no se negó y se sentó dejándose empujar por el contrario quien reía cada vez más fuerte ante los gritos del castaño.

Dejó de reír cuando Joaquín se lanzó desde lo alto hacia el suelo y aterrizó de cara en el pasto.

– ¡Joaquín! – Emilio corrió hacia el castaño que se giró de espaldas mientras reía fuertemente

– ¡joder, he volado! – soltó otra risa y Emilio simplemente le golpeó el hombro pensando que se habría roto algún hueso

– ¡no me asustes así, baboso!

– perdóname precioso, no fue mi intención – se rió mientras tomaba la mano que el menor le ofrecía para levantarse.

Joaquín lo llevó al tobogán donde Emilio se subió mientras el otro lo esperaba a los pies del tubo amarillo.

– ¡allá voy! – avisó el rizadito

– ¡aquí te recibo, cielo! – cuando Joaquín dijo eso, a Emilio no le dio ni tiempo de reaccionar ante el nuevo apodo que se dejó deslizar de forma torpe hasta llegar a los pies del mayor

– J-Joaquín... – el castaño tomó sus manos y lo jaló hacia sí mismo logrando pegarlo a su cuerpo.

– Emilio... – susurró logrando un ambiente íntimo en aquél solitario parque – permíteme darte un beso, por favor – pidió.

Emilio asintió mientras sentía las manos del más alto soltarlo y pasarlas alrededor de su cintura. Cuando el rostro de Joaquín se encontraba a centímetros del suyo, cerró los ojos dejándose llevar. Los labios del castaño se pegaron a los suyos mientras subía las manos hacia los hombros del mayor y los apretaba.

Ambos abrieron los labios para comenzar un beso más profundo y ahora Emilio rodeaba el cuello de Joaquín mientras movían sus bocas en busca de alargar el suave beso.

Cuando se separaron, sus frentes se juntaron suavemente mientras sus sonrisas aparecían.

– besarte fue un sueño – susurró Joaquín

– te quiero Joaco – soltó Emilio dejando sin respiración al contrario

– Dios, bebé, te quiero mucho más – sonrió volviendo a besarlo suavemente.

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Al día siguiente, Joaquín llegó a la universidad siendo esperado por un pequeño rizado en una banca. Se dieron un pequeño beso como saludo y entrelazaron sus manos para entrar al edificio.

Inmediatamente escucharon susurros a su alrededor y se encontraban bien ignorándolos hasta que alguien gritó el nombre de Joaquín.

– ¿cómo está el príncipe de España? – David se encontraba detrás de ellos con una pared repleta de fotografías de la prensa de la península ibérica donde salía con su vestimenta y aquella corona que indicaba su posición social

– oh mierda – susurró

– ¿qué pasó, principito? ¿Descubrimos tu secreto?

– J-Joaquín... ¿qué pasa? – preguntó Emilio girándose a ver al mayor

– Emilio... Yo... – no sabía que decir en realidad

– sé honesto, dile a tu noviecito que eres príncipe de España y que lo vas a abandonar terminando el año porque estás prometido.

Aquellas palabras cayeron muy al fondo del estómago de Emilio provocándole náuseas, su corazón se sintió pesado y se apretó, las lágrimas estaban por salir. Soltó la mano de Joaquín antes de girarse a verlo pidiéndole una explicación con la mirada.

– te explicaré todo en privado, por favor – pidió o más bien, casi rogó observando los ojitos húmedos del chico que le había robado el corazón

– sí, está bien – no hubo un beso de despedida, ni una mirada o caricia. Simplemente abandonó el lugar para caminar al salón que le tocaba ese día.

Un golpe seco se oyó y Joaquín se giró a ver cómo Jimena había jalado de la camiseta a David para lanzarlo al suelo y comenzar a golpearlo. Corrió hacia ella para separarla.

– ¡Déjame! ¡Maldito imbecil! – forcejeó entre los brazos del castaño sin poder escapar

– ¡Jimena, calma! – gritó Fernanda intentando calmar a su amiga mientras Grecia y Fera se acercaban a ver qué sucedía

– Fera, Emilio se fue al salón – habló Joaquín y con una simple mirada supo que necesitaba que fuera a cuidarlo así que asintió y salió corriendo junto a Grecia

– ¡te juro que lo mato, Joaquín! – Jimena seguía alterada, tanto que David salió corriendo de ahí con miedo.

Cuando Jimena se calmó, entonces comenzaron a caminar hacia el salón junto a Fer. Había mucho que explicar, a todos.

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Hola, en un rato más subo el tercero, me tomé una pastilla para el dolor y resulta que relaja y me estoy durmiendo JAJAJA

royalty: the prince; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora